En Pakistán, una heroína feminista huye de la persecución y nadie conoce su paradero
Gulalai Ismail es una de las defensoras más conocidas de los derechos de las mujeres; alza la voz para denunciar los matrimonios forzados, las violaciones perpetradas por las pandillas y los sueños destrozados.
Su trabajo innovador la ha llevado por el mundo y ha sido reconocido con múltiples premios y distinciones además de permitirle tener reuniones con mujeres poderosas como Michelle Obama y la reina Isabel II.
Sin embargo, en su propio país, Ismail se ha convertido en enemiga del Estado, acusada de incitar la rebelión. Por eso está prófuga.
Nadie la ha visto desde hace prácticamente dos meses. Los servicios de seguridad de Pakistán, conocidos por ser de los más astutos y brutales de la región, no han podido localizarla. En varias ocasiones han efectuado redadas en su casa desplegando decenas de policías y, según los familiares de Ismail, han secuestrado y torturado a amigos de la familia para conseguir información.
Sus colegas dijeron que Ismail, de 33 años, lleva una vida parecida a la de un fantasma: se muda de una casa a otra, calcula sus movimientos con cuidado, usa un pañuelo sobre el rostro antes de salir a la calle y depende de una red clandestina de colegas feministas en todas las ciudades de Pakistán, que están arriesgándolo todo para ocultarla.
Su familia dice que no han tenido contacto con ella desde que desapareció en mayo. “Todos nuestros teléfonos han sido intervenidos”, dijo Saba, su hermana menor.
Constantemente surgen rumores acerca de que la vieron por ahí o la arrestaron por allá. Sin embargo, los funcionarios de seguridad dijeron que no estaba bajo custodia y que la estaban buscando sin descanso.
Su búsqueda ha continuado aunque Pakistán quiere dar la imagen de una nación en transformación que intenta dejar atrás los años de represión y un largo historial de apoyo a grupos islámicos militantes.
El primer ministro, Imran Khan, conversó el lunes con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca (principalmente sobre Afganistán). Para calmar el ambiente antes de la visita de Khan, Pakistán aumentó las detenciones de líderes militantes e intentó aliviar las tensiones con India, su archirrival.
No obstante, como demuestra el caso de Ismail, muchos pakistaníes aún viven con un profundo miedo de sus propios servicios de seguridad. La intensidad de la persecución revela la enorme influencia que siguen teniendo los servicios de seguridad del país, a los que se refieren como “La Élite”.
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