Riane Eisler: «Hemos heredado una forma de pensar que convierte la norma de los hombres en el ideal para todos»
¿Es posible vivir en un mundo sin relaciones de dominación entre los seres humanos? Para la socióloga y escritora austríaca Riane Eisler (85 años) la respuesta a esta pregunta es un sí rotundo. Solo hace falta fijarnos en el pasado para comprobarlo: según las evidencias arqueológicas, antropológicas y científicas, durante un largo periodo convivimos bajo un sistema de cooperación y asociación. Esta es la tesis principal que se desprende de su libro El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas pre-patriarcales, escrito en 1987 y que llega ahora por primera vez a España, a través de la editorial Capitán Swing, con traducción de Noelia González Barrancos.
En estos 34 años, el texto ha vendido más de medio millón de ejemplares en todo el mundo y se ha convertido en una referencia mundial en el campo de la evolución humana: se ha llegado a afirmar que su trascendencia es comparable a la de El origen de las especies, de Charles Darwin. Eisler apremia a desprendernos de la mirada patriarcal con la que hemos estudiado la historia de las relaciones humanas no solo como una forma de justicia, sino como el único camino posible para imaginar mejores futuros.
Mientras que concebimos los cuentos y mitos como herramientas morales que contienen un mensaje concreto, la historia se presenta como una disciplina objetiva, ¿es así realmente?
La historia no es una disciplina objetiva, ni mucho menos; solo hace falta ver cómo la historia oficial de los Estados Unidos está comenzando ahora a incluir las vidas de los esclavos afroamericanos, de los pueblos indígenas y de las mujeres, y todavía contando con ellos solo en los márgenes. Necesitamos cambiar la lente a través de la cual miramos la historia, darnos cuenta de que se ha utilizado para transmitir normas, formas de vida y valores morales. Esto requiere que los historiadores usen una lente más amplia, una que ya no margina o simplemente ignora a la mayoría de la humanidad: mujeres y niños. Esta es la lente holística del estudio que me condujo hasta El cáliz y la espada y libros posteriores.
¿Por qué cree que conocer el pasado desde esa perspectiva holística es imprescindible para constituir nuestro futuro?
Para sentar las bases de una forma de vida futura más eficaz, más justa y menos violenta debemos prestar atención a todo el sistema social sin marginar a nadie. El uso de este enfoque al estudiar el pasado nos permite ver que en nuestro sistema de valores de dominación se devalúa todo lo considerado femenino, como el cuidado, la atención o la no violencia. Observar únicamente cómo funciona nuestra vieja economía, historias y lenguaje nos atrapa haciéndonos pensar que este sistema es normal, cuando, en realidad, devaluar el trabajo que sostiene la vida es anormal, patológico, y tanto la teoría capitalista como la socialista han reforzado este pensamiento defectuoso, relegando el cuidado de las personas y de la naturaleza, y separando el trabajo reproductivo del productivo.
Entre los muchos hallazgos de la historia que revela en el libro, resulta devastador cómo se implantó la idea de que solo existía recogido por derecho el vínculo de los hijos con el padre pero no con la madre, mera receptora de los hijos de su esposo. De hecho, aún sobrevive esa cultura cuando los niños reciben por sistema solo el apellido paterno…
Todos hemos heredado esta forma de pensar, donde lo que se considera la norma ideal para los hombres se convierte en la norma ideal para todos. Nuestro sistema económico, ya sea capitalista o socialista, se construyó conforme con este hombre como norma universal, incluida nuestra definición de trabajo productivo, que todavía se enseña en las escuelas de economía sin incluir el trabajo de cuidados en los hogares.
Hay que considerar que ni Smith ni Marx incluyeron el trabajo femenino, cuidar a los niños, enfermos y ancianos, como trabajo productivo, ni tampoco advertían sobre el cuidado de la naturaleza. Mantener un entorno limpio y saludable era para ambos un trabajo que debía hacerse de forma gratuita. Una vez más, la buena noticia es que estamos comenzando a ver políticas gubernamentales y comerciales que brindan cierto apoyo para este trabajo humano esencial, como los permisos de paternidad remunerados y la atención médica universal. Pero esto es solo el comienzo: tenemos que reconstruir nuestras reglas, recompensas y prácticas económicas.
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