La Junta de Andalucía presenta a sus «referentes de la diversidad» ante la lgtbifobia
Libertad y tolerancia frente al odio y la falta de respeto. Son los ejes que articulan la campaña que este jueves ha presentado en Sevilla la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz, la primera que el Gobierno autonómico pone en marcha para sensibilizar contra la lgtbifobia. El calendario ha hecho que esos objetivos se hagan públicos cuando los tiempos corren revueltos para el colectivo tras la muerte de Samuel el pasado mes de julio o la manifestación neonazi de hace unos días en Madrid. «Es amor y es diversidad, nada más», resume Carola, una de las protagonistas de la campaña, madre de un chico trans y que hace hincapié en la importancia de la educación y de la familia a la hora de inculcar valores de respeto a la elección sexual de cada cual.
«Queremos animar a toda la sociedad a que se implique y plante cara al odio, porque la visibilización es fundamental para tomar conciencia de estas agresiones», ha dicho la consejera acompañada de representantes de entidades y colectivos LGTBI durante la presentación en la librería Caótica, justo en el el Día Internacional para la Visibilidad Bisexual. Bajo el lema «Paremos la lgtbifobia», la campaña consta de carteles, material gráfico y seis spots con testimonios personales de cómo los discursos de odio están presentes en nuestro día a día. Además de Carola, los nuevos «referentes de la diversidad» para denunciar la intolerancia son Déborah, Ethan, Esperanza y Lolo. «Somos diferentes, ni mejores ni peores», dicen en el vídeo coral de la campaña.
Esperanza, profesora de instituto de 33 años, dice tajante: «No quiero que esos niños vivan lo que yo viví». Lolo, que trabaja en la asociación DeFrente, insiste en que «no hay que dar pasos atrás sino todo lo contrario, y demostrar que las administraciones no se pueden desbancar de esta lucha contra la intolerancia», apostando por que la educación tiene que calar «en todos los niveles».
Carola pone un ejemplo reciente, cuando a su hijo de 16 años le colocaron en el grupo de las chicas pese a ser un chico a todos los efectos. «Yo he podido ir abriendo camino desde el mundo asociativo con él. Es muy importante que no se sientan diferentes y eso se consigue primero con la aceptación en casa, con amor, para que luego puedan afrontar empoderados si tienen que enfrentarse a intolerancias». «Cuando la familia apoya, el 90% del trabajo está hecho», asegura. «Ya está bien de escondernos en las ultratumbas», sentencia Déborah durante el acto, recordando a sus 83 años los tiempos de clandestinidad como mujer trans.
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