Si la oscuridad de Grey arrasa, hay un porqué
Si se cuentan por miles las personas que pagan por conocer las andanzas de un canalla treintañero vestido de magnate en su proceso de seducción a una joven recién licenciada y sin experiencia sexual que cree en el ‘amor verdadero’, hay que preguntarse cuál es la razón. Pero si se tiene en cuenta que buena parte de esas miles de personas que devoraron los libros y acudieron en masa al estreno de Cincuenta sombras de Grey eran mujeres, hay que analizarlo con mucha más exhaustividad.
¿Por qué siguen atrayendo las relaciones de poder, en las que se reproducen patrones sexistas contra los que se lucha desde hace años? Porque seguimos inmersas en una sociedad que no solo transige, sino que fomenta la idea romántica de que el amor puede transformar a la persona y convertir a la bestia o al sapo en ese príncipe de cuento que completa a su amada.
Así lo afirmó ayer la psicóloga vasca Ianire Estébanez, en una de las ponencias incluidas en las jornadas ‘Abordaje integral de la violencia de género: desde la prevención a la intervención’, que organiza el Ayuntamiento y el Consejo Social de la Mujer y que se están celebrando en la sala Polisón del Teatro Principal. En poco más de una hora y media, Estébanez expuso de forma muy gráfica que desde la familia y sus machaconas preguntas acerca de si las y los jóvenes tienen o no pareja (habitualmente, refiriéndose a una heterosexual); hasta Enrique Iglesias y sus casi siempre ilustrativas letras o los Simpson con su personaje la ‘solterona de los gatos’ (una mujer que fue incapaz de rehacer su vida porque el novio la dejó a los 16 años), son múltiples los mensajes que desde diversos ámbitos siguen forjando una cultura en la que se asimila con naturalidad una idea arcaica del amor y de las relaciones de pareja.
Estébanez, especialista en prevención en la juventud, relató ayer que «empecé a investigar en 2007 y con todo el trabajo que se ha hecho, creo que las cifras deberían estar bajando y no es así». Al mencionar las cifras se refería a encuestas realizadas a jóvenes y en las que se les pregunta acerca de su modelo ideal de novia o novio o sobre qué le piden a su pareja, con datos ‘tan sorprendentes’ como que el 80% de los varones sigue contestando que lo que más valoran es el físico y, por ende, aspiran a una «tía buena disponible en todo momento», destacó la experta, y ellas siguen decantándose por el prototipo de malote que, se supone, va a cambiar a su lado porque ellas son diferentes y del que en un 63% de los casos esperan una relación más bien estable.
Y esto no es casual. Estébanez evidenció a propósito que incluso el lenguaje conduce a esta idealización. «Si él es un rebelde que se pega por ahí, te lleva en moto, se lía con otra pero te dice que contigo siempre es diferente, hoy te quiere y mañana no se está transmitiendo una cierta agresividad que se identifica con pasión. Si yo hablo de mi novio, que es un chico que va a estar ahí, que me quiere, me comprende y es lo que me conviene estoy transmitiendo una idea de estabilidad que es, al mismo tiempo, un aburrimiento», señaló, antes de añadir que esos patrones tan arraigados en las adolescentes desde hace décadas, también tienen consecuencias para los chicos de su edad. «Es machista para con ellos porque les está dando a entender que siendo buenazos no van a conseguir nada, que tienen que ser machotes porque, si no, no van a ser considerados como parejas sexuales sino como eternos amigos», dijo. Es decir, que la sociedad actual no solo no está quitando presión a las mujeres, sino que se la está poniendo a los hombres: tienen que ser machitos, exitosos, influyentes y con un determinado aspecto físico. «La violencia va muy integrada con el modelo de belleza y la cultura sobre el cuerpo», aseguró.
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