De cómo las mujeres mangaberas consiguen eludir la pobreza
«En Brasil, la pobreza tiene cara. Ella es muy femenina y está relacionada con las mujeres«. Así opinaba la presidenta, Dilma Rousseff en un texto publicado para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
En él también enfatizaba la intención del Gobierno brasileño de erradicar la pobreza extrema a través de proyectos enfocados más a las mujeres, niños y niñas. La feminización de la pobreza es un fenómeno bastante común en muchos países pobres, empobrecidos y también en los ricos, pero poco combatido por los gobiernos con programas eficaces que tengan como objetivo disminuir el abismo socioeconómico existente en relación al hombre, principalmente en el ámbito laboral.
Cansadas de esperar el poder público y por soluciones milagrosas, un grupo de mujeres del pequeño municipio de Indiaroba, a 99 kilómetros de la capital del pequeño estado de Sergipe, decidió transformar uno de los únicos recursos naturales existentes en la región en productos propios para la comercialización, posibilitando así a docenas de familias el acceso a recursos básicos.
El cultivo de la mangaba, una fruta de sabor dulce y suave, rica en vitamina A, B1, B2 y C, además de hierro, fósforo, calcio y proteínas, fue el punto de partida para transformar la vida de diversas familias en la comunidad sergipana de Indiaroba. La palabra mangaba es de origen indígena y significa cosa buena de comer. Por esa razón ha conquistado el paladar de miles de brasileños y brasileñas. Hasta hace poco era utilizada sólo para el consumo propio y para elaborar zumos y helados, pero se ha convertido en uno de los principales alimentos para fomentar la comercialización de derivados como confituras, bizcochos, caramelos, licores, conservas y tartas hechos a partir de recetas tradicionales.
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