Cómo las copas menstruales están cambiando la vida en África Oriental
Las mujeres de todo el mundo se enfrentan continuamente a barreras únicas por cuestión de sexo en lo que a su seguridad y su salud se refiere. Las mujeres tienen más riesgo de contraer sida, malaria, neumonía y de sufrir acoso sexual y las complicaciones que conlleva. Muchas de estas cuestiones se escapan de nuestro control y están vinculadas a prácticas culturalmente arraigadas que tardaríamos décadas en modificar.
Sin embargo, hay algunas cuestiones que sí se pueden tratar y tienen soluciones sorprendentemente fáciles con resultados de gran impacto. La menstruación es una gran barrera a la que tienen que hacer frente todas las mujeres, y un mal control o unas malas prácticas de higiene pueden provocar graves problemas de salud, así como hábitos sociales peligrosos.
En Kenia, el coste medio de un paquete de compresas es de 75 chelines -aproximadamente 0,70 euros-. Aunque os parezca una cantidad mínima de dinero, la media diaria de ingresos para trabajadores no cualificados se sitúa en torno a 1 euro, lo que significa que comprar compresas cada mes no es económicamente posible para miles de mujeres.
Sin acceso a ello, las mujeres empiezan a usar métodos alternativos de control menstrual -como hojas, periódico, alfombras, algodón, trozos de colchón, e incluso barro-. No sólo es que estos métodos no funcionen, sino que además pueden producir infecciones e incomodidad. Por no hablar de lo desagradable que es llevarlo puesto todo el día.
El acceso a materiales de control menstrual saludables y sostenibles permite a las mujeres mantener su seguridad y salud sin sacrificar su capacidad para participar en el trabajo, la escuela y las actividades diarias.
Las copas menstruales están hechas de una silicona quirúrgica y se insertan en la vagina para recoger, más que absorber, el flujo menstrual. En general, son una opción mucho más sana para el cuerpo de la mujer. A diferencia de los tampones y las compresas, que contienen agentes blanqueadores y sustancias químicas perjudiciales, las copas menstruales no tienen efectos colaterales negativos en el cuerpo de una mujer y no existen riesgos de contraer el síndrome de shock tóxico.
Cuando se introduce correctamente, la copa crea un vacío para evitar pérdidas. Las copas proporcionan 12 horas de protección cómoda y segura y se pueden utilizar hasta 10 años, lo que las convierte en una solución eficaz, sostenible y económica. Para las mujeres de países occidentales, es una opción sencilla y evita el engorro de la regla. Para las mujeres de países en desarrollo, puede ser una solución que cambie su vida.
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