La matrona que salvó miles de vidas con un útero de trapo
Hubo un tiempo en el que ayudar a dar a luz era cosa de hombres. Hasta que Angelique Marguerite Le Bousier du Coudray recorrió Francia, en el siglo XVIII, impartiendo clases gratuitas de obstetricia, en las que explicaba aspectos del parto tan básicos como la higiene.
Angelique du Coudray fue mucho más que una matrona. Amparada por el rey, recorrió durante un cuarto de siglo casi cuarenta ciudades y las zonas más rurales de Francia explicando todo cuanto aún se desconocía sobre el embarazo y el parto. Si hablamos de una época en la que se creía que la leche materna era la sangre de la menstruación, que se elevaba, cambiaba de color y se transformaba en alimento, podemos imaginar qué explicaba du Coudray: casi todo.
Una creencia popular justificaba la idea de que una mujer en un parto era una molestia: los hombres eran los que conocían el cuerpo de las mujeres porque ellos eran sus amantes y sus médicos. Como la mujer no sabía lo que tenía, el órgano sexual femenino se convertía en un misterio rodeado de superstición que, incluso para Simone de Beauvoir tenía «una vida particular secreta y peligrosa». El parto, por tanto, era un extraño ritual en el que no quedaba muy claro qué pasaba aparte de que nacía un niño. O varios.
Lo mágico y lo religioso eran, por tanto, aspectos cruciales del parto que, rodeado de un aura de misterio y superstición, lejos quedaba de la medicina. Los médicos habían empezado a estar presentes en las cesáreas en el siglo XVIII. Por cuestiones de género, pero también de clase, los cirujanos subestimaban a las parteras. Si se complicaba el parto, había una clara culpable: la partera. Tanto para hombres como para mujeres, era la presencia de una mujer lo que enturbiaba el proceso.
…Madame du Coudray escribió un libro sobre obstetricia, pero lo que la hizo tan genuina fue lo que se conoció como ‘la máquina’: un modelo anatómico de tela, piel y esponja, que incluía un feto, del que se valía para instruir a las mujeres. Al parecer, du Coudray llegó a hacer cientos de réplicas de la máquina, pero solo una se conserva hoy en el Musée Flaubert (Rouen)
Gracias a su entonces peculiar invento, Madamme du Coudray logró concienciar a la sociedad francesa de la importancia de la higiene y los cuidados, así como de la necesidad de luchar contra la mortalidad infantil.
…La idea de crear ‘la máquina’ le vino cuando se preguntó cómo aquellas mujeres de las zonas rurales que no habían tenido acceso a la educación la iban a entender. Con algo que pudiesen tocar, decidió. En una carta, du Coudray, explica cómo ideó su instrumento:
«Tomé la táctica de hacer mis lecciones palpables, con una máquina que hice para este propósito, y que representaba la pelvis de una mujer, el útero, su apertura, sus ligamentos, el conducto llamado vagina, la vejiga y el recto. He añadido el modelo de un niño de tamaño natural, cuyas articulaciones hice lo suficientemente flexibles como para poder ponerlo en diferentes posturas; una placenta con sus membranas y una simulación de las aguas que contienen, el cordón umbilical con sus dos arterias y la vena, dejando uno medio marchito y el otro inflado que imitase el cable de un niño muerto y el de un niño vivo, en el que se siente el latido de los vasos que lo componen. He añadido la cabeza de un niño separado del tronco, en la que los huesos del cráneo cedieron»…
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