Yo a mi niña no la caso
-«¿Qué piensan los hombres de casarse con chicas jóvenes?»
—»Les gusta porque son enérgicas y sienten que junto a ellas no envejecen».
Bajo un sol implacable y sin una sola nube que ofrezca un resquicio de sombra, se desarrolla una curiosa conversación. Es la que mantienen medio centenar de vecinas de un parque de la comuna I de Bamako, la capital de Malí, con una mujer que, en pie, formula preguntas. Las asistentes ocupan un par de hileras de bancos y mesas de metal situados bajo un toldo de arpillera y apenas visibles debido a la profusión de telas y velos multicolor. Todo hace pensar que un examen oral está teniendo lugar:
—»¿Por qué los padres aceptan casar a sus hijas menores de edad?»
—»Porque no quieren que se queden embarazadas fuera del matrimonio», alega una señora de pelo cano. «Porque la costumbre en mi pueblo siempre ha sido cambiarlas entre las familias», dice otra. «En mi caso, porque mi padre no podía mantener a todos los hijos. Y si te casan con un hombre con más dinero, tú sales de la pobreza y además ayudas a la familia», resuelve una tercera.
Quienes asisten a esta actividad vespertina son afiliadas a Sini Sanuman, una asociación local dedicada a combatir la mutilación genital y la violencia de género en Malí, incluido el matrimonio infantil. Este es un mal trago por el que han pasado el 55% de las mujeres de entre 20 y 24 años de este país cuando eran menores de 18, según el Fondo de la Población de las Naciones Unidas (Unfpa), pese a que está prohibido y considerado una violación de derechos humanos.
Hay un rasgo común en la mayoría de las mujeres del encuentro: la edad. Son madres de familia que ya pasaron por un casamiento contra su voluntad —en el año 1987 el 80% de las mujeres del país se casaban con menos de 18 años— y que hoy tienen hijas que podrían seguir el mismo camino. El discurso, por tanto, es clave: sensibilizar y explicar las consecuencias nefastas de esta práctica, las mismas que ellas han sufrido: una es el abandono de la educación, pues una vez casadas tienden a dejar la escuela. Otra son los problemas psicológicos y físicos como el contagio de enfermedades de transmisión sexual (en África el 70% de los adolescentes contagiados por VIH son mujeres, según Unicef) y los embarazos prematuros que, a su vez, aumentan la tasa de mortalidad infantil y maternal.
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