Con hijos, todo menos iguales
Partamos de una obviedad: no ha habido mujeres entre los presidenciables en estas elecciones. Da igual que los debates fueran a dos o a cuatro. Ellas ni estaban ni se las esperaba. No se trata de que los partidos los lideren villanos machistas que con malas artes evitan que las mujeres rompan su techo de cristal político. Se trata de que la alta política es solo la cúspide de una pirámide laboral cuya base está atestada de mujeres. De que la alineación presidenciable es solo el reflejo de un país en el que las mujeres siguen sin contar como les corresponde y a las que les toca correr una carrera de obstáculos que a menudo se vuelve insuperable cuando llegan los hijos. Se trata sobre todo, de un derroche de talento en un país que no puede permitírselo.
El asunto es serio, pues ataca de lleno a la productividad y la natalidad de un país que envejece a marchas forzadas. Faltan niños y las mujeres los tienen cada vez más tarde —en España batimos récord europeo junto a Italia—, conscientes de que los hijos les penalizará a ellas más que a ellos. El problema es tan serio como ausente en la gran política.
Las mujeres se han incorporado masivamente al mercado de trabajo, pero la manera de organizar la sociedad y de repartir el cuidado de los hijos ha cambiado mucho menos, explica Irene Lapuerta profesora de la Universidad Pública de Navarra, que dedicó su tesis doctoral al Empleo, maternidad y permisos parentales en España. “El impacto negativo entre las mujeres de la formación de la familia es muy agudo en comparación con otros países del entorno”, explica. “El número de parejas de doble ingreso ha aumentado un 20% en apenas diez años, pero cuando llegan los hijos tienen muchísimas más probabilidades de dejar el trabajo, coger una excedencia o reducir la jornada”. Lo que investigaciones como las de Lapuerta demuestran y cualquier español puede comprobar en su entorno es que además el ritmo de progresión laboral de las mujeres tras la vuelta al trabajo después del permiso de maternidad, a menudo disminuye. El de los padres hombres, no.
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