«Los estereotipos de género están perjudicando el rendimiento de las mujeres»
Nagore Iriberri es doctora en Economía por la Universidad de California y profesora de la Universidad de País Vasco. Sus estudios en el campo de la economía experimental y la teoría de juegos aplicada al comportamiento social le han valido el XV Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica.
Iriberri, que recogerá el premio en los próximos días, ha indagado sobre el comportamiento de los individuos en situaciones estratégicas y las diferencias de género que aparecen en entornos competitivos. Sus artículos se han publicado en revistas internacionales como American Economic Review o Journal of Economic Literature.
En sus estudios analiza las diferencias de género en entornos de competitividad y concluye que estas situaciones afectan de forma diferente a chicos y chicas. ¿El desempeño de hombres y mujeres es diferente en función de la presión que exista?
La respuesta sencilla es sí. Ahora bien, hay que hacer matizaciones. Cuando hablamos de presión se pueden entender varias cosas. Lo que se ha estudiado en la economía del comportamiento son las reacciones a la presión competitiva. ¿Qué es eso? Es qué ocurre cuando se cambian los incentivos bajo los que trabaja la gente. Por ejemplo, un incentivo puede ser aquel en el que a uno se le paga por aquello por lo que ha producido.
Un mecanismo totalmente opuesto sería pagar en función de un torneo, es decir, no pagar a todo el mundo por lo que ha hecho sino que se elige al que más y mejor ha producido y solo se le paga a esa persona. Lo que se ha visto es que cuando a la gente se le paga por lo que ha hecho no hay diferencias de género. Pero si mantenemos la tarea y cambiamos los incentivos, vemos que ya aparecen las diferencias de género. Se llegó a la conclusión de que las mujeres y los hombres reaccionan diferente a los incentivos competitivos.
En este sentido tengo otro trabajo junto con Pedro Rey Biel en el que queríamos trasladar estos resultados de laboratorio al mundo real. Cogimos un torneo que verdaderamente existe en la Comunidad de Madrid donde niños y niñas compiten en matemáticas, primero a nivel de su escuela y luego a nivel regional. La competición consiste en hacer un examen de matemáticas y tenía dos tipos de etapas y la presión competitiva aumentaba de la primera a la segunda. Lo que vimos es que los chicos ya en la primera etapa obtienen mejores resultados que las chicas, pero a medida que pasaban a la segunda etapa y la presión aumentaba, sus resultados mejoraban y la brecha con las chicas aumentaba. Es decir, parece que los chicos y las chicas respondían de forma distinta a la presión competitiva.
Ahora bien, como hemos visto en otro trabajo, tenemos que tener en cuenta que esto es un concurso de matemáticas, es decir, ya en la tarea en sí puede que haya estereotipos sobre quién la hace mejor. Las matemáticas siempre se han asociado como una tarea más masculina que femenina. Lo que vemos es que para que aparezcan este tipo de diferencias de género es importante mirar las percepciones que tiene la gente sobre esa tarea.
Entonces, aunque los resultados de partida de las chicas son mejores, hay un cambio cuando se producen esos entornos de incentivos competitivos distintos.
Eso es. En ese concurso nos concentramos primero en los resultados del examen pero también obtuvimos las notas de matemáticas que traían de sus escuelas. Ahí vimos que los niños y las niñas que estábamos comparando no diferían. Pero cuando pasábamos a la competición empezaban las diferencias.
Hay que tener mucho cuidado porque es una materia concreta, que son las matemáticas y lo que es la tarea en sí también importa. No somos los primeros que decimos esto. En otro estudio de campo vemos que el mismo resultado en otro tipo de tarea no existe. Es una cosa muy sutil, parece que las creencias que la gente tiene, las percepciones sobre quién va a hacer mejor esa tarea o quién parte con ventaja, importan.
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