¿Feminizar la política o un pellizco de políticas públicas feministas?
Antes de que se constituyeran estos nuevos gobiernos locales del cambio, el movimiento feminista propuso en la mesa municipalista la necesidad de pensar políticas públicas que fueran transversales.
¿Qué implica la transversalidad? La implementación no solo de políticas específicas, por ejemplo en materia de violencias machistas, sino que simultáneamente incorpore medidas en todos los ámbitos de la vida pública: participación política, candidaturas, empleo, cultura, etc.
La razón fundamental era que el modelo cultural patriarcal continuaba dando coletazos, reclamando abiertamente por muchos obispos, políticos y empresas una supuesta norma ‘natural’ de relaciones familiares y sociales, sobre la que sustentar sus privilegios y posición de poder como BBVAh –Blanco, Burgués o de economía saneada, Varón, Adulto y heterosexual–. Pero también, que el patriarcado nos modula de manera amortiguada, atravesando todos los caminos de la comunicación, sentimientos, prácticas y saberes, por lo que habitualmente nos pasa desapercibida su presencia. ¿Cómo lo hace?
Nacemos abiertos al mundo, sin protocolos ni buenas prácticas de relación, y por este mismo motivo de apertura somos ecodependientes e interdependientes, necesitamos para vivir al planeta y a otros. Con ellos nos estructuramos subjetivamente bajo un orden social simbólico, normativizado moralmente, en el que nos sumergimos, con resistencias de carácter singular, para obtener un reconocimiento social.
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