El año que aprendimos sobre feminismo leyendo las vidas de mujeres fuertes y sabias
Decía Gloria Steinem en Revolución desde dentro, su manual sobre la autoestima, que había sido precisamente escuchar y hablar con otras mujeres, a veces mayores y más sabias que ella, lo que le había salvado en numerosas ocasiones. Steinem ha publicado en España en 2016 Mi vida en la carretera, joya del feminismo interseccional injustamente olvidada en muchas de las listas de balance del año.
Kate Bolick, la otra estadounidense que llegó para rompernos los esquemas (y para hacernos leer orgullosas en el metro un libro en cuya portada pone Solterona), encontró en la escritura de «biografías de muertas» una de las maneras con las que construir la vida propia, y también el hilo con el que narrárnosla. Angelika Schrobsdorff, fallecida en 2016, eligió contar la vida de su madre para reconstruir el pasado colectivo e individual.
Ellas han sido tres de los adalides de una suerte de ‘boom’ de vidas de mujeres extraordinarias de las que hemos podido empaparnos estos últimos meses. La autobiografía, ese género a veces considerado algo narcisista, se ha revelado paradójicamente como una gran herramienta para lograr empoderarse sin mirarse el ombligo.
En la librería madrileña Mujeres y Compañía no quieren llamarlo exactamente ‘boom’. Sus responsables, especializadas en literatura feminista, opinan que hablar de modas en este caso es «frivolizar el trabajo tanto de estas escritoras, como de editoras, libreras y lectoras inquisitivas». Proponen cambiar el término por «trabajo de visibilización y reivindicación».
«En el ámbito del cómic y novela gráfica, por ejemplo, siempre ha sido habitual este tipo de publicaciones de autoras que cuentan experiencias vitales». Muchas veces sobre violencias y abusos, destacan, como ocurre en Una entre muchas. Describen el género, o el fenómeno (lo que ustedes prefieran), como «una forma de compartir y hacer política partiendo de sí misma (algo profundamente feminista, y que encuentras en casi todos los formatos de creación literaria)».
«El hecho de que el canon patriarcal rescate a determinadas escritoras no es casualidad, pero sí significa una oportunidad de descubrir autoras invisibilizadas durante siglos», inciden.
No durante siglos pero sí durante décadas en el caso de Lucia Berlin. Alfaguara ha rescatado desde los lejanos 60 su Manual para mujeres de la limpieza, «la narración de la propia vida, tomada sin modificar apenas la realidad». También ocurrió con Katharine Graham y su historia personal, «la mujer más poderosa del mundo» según el diario del que fue editora, The Washington Post. Premio Pulitzer en 1998, nos llegó ahora de la mano de Libros del KO. Y, esta vez sí, tuvieron que pasar cien años desde su nacimiento para poder apreciar la historia familiar de Natalia Ginzburg, editada en Lumen.
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