La campeona negra de atletismo que la dictadura brasileña borró del mapa
Irenice Maria Rodrigues es considerada una de las mejores atletas latinoamericanas de su generación, la de mediados de los años sesenta. Pero de nada sirvieron sus medallas y sus récords en un Brasil sumido en plena dictadura militar (1964-1985). Su militancia, su pertenencia a los movimientos huelguistas y antifascistas, su clase social y su color de piel incomodaban a las autoridades del régimen, denuncia un reciente documental. La relegaron al olvido.
La leyenda de Irenice, campeona y plusmarquista suramericana de 400 y 800 metros, se está reconstruyendo en su país natal gracias al filme Procura-se Irenice (Se busca a Irenice‘), estrenado en la Muestra Internacional de Cine de Palencia. La cinta, dirigida por Marco Escrivão y Thiago B. Mendonça, se centra en las represalias de los estamentos deportivos de la época, dirigidos por militares, contra el creciente liderazgo de una estrella mujer, pobre y negra, así como su polémica expulsión de la delegación brasileña en los Juegos Olímpicos de México en 1968, tras ser acusada de haber agredido a una compañera.
La voz de esta deportista nacida en Itabirito (estado de Minas Gerais), siempre sobresalía por encima del resto. Pasó los mejores años de su vida en Río de Janeiro, donde formó parte de los más laureados clubes cariocas. Y, a pesar del clima militarizado, siempre luchó por los derechos de los deportistas, desde los más básicos –como las equipaciones, el alojamiento o el pago de las dietas–, hasta los más universales, como la igualdad racial y la justicia laboral.
«Sentía que el club estaba fallando en el apoyo que debería dar a sus atletas», comentaba de su época en el equipo Botafogo. «Nunca me olvidaré de que el día en el que conquistamos el tricampeonato, no había ningún director en la sede para felicitarnos», apuntaba.
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