La reivindicación feminista en los pueblos indígenas
En el corazón de los movimientos ecoterritoriales e indigenistas, hay mujeres que no sólo luchan por proteger sus medios de vida, sino que se ven obligadas a defender sus propios cuerpos de un mundo que los utiliza como campo de batalla. Son mujeres que, en palabras de Yayo Herrero, directora de FUHEM, «ven que los procesos de defensa de la tierra están directamente conectados con vivir vidas que merezca la pena vivir» y para las que esta reivindicación de la vida es, en muchas ocasiones, indivisible de la reivindicación de la soberanía sobre su propio cuerpo.
«¿Dónde está la paz si en la cama me quitan la paz?»: así resume su trinchera diaria Lolita Chávez, lideresa feminista comunitaria del pueblo maya guatemalteco K’iché, que ha compartido con la activista ecofeminista Yayo Herrero y la integrante de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos Marusia López la mesa de debate Abordaje feminista sobre la defensa del territorio y de los cuerpos de las mujeres en contextos de conflictividad social, durante el Seminario Internacional Criminalización de la defensa de los Derechos Humanos en América Latina y Europa, en el centro cultural La Corrala.
Lolita denuncia que la violencia machista no es exclusiva de las sociedades occidentales, sino que también está presente en los pueblos originarios. El patriarcado persiste también dentro de los movimientos defensores de estos pueblos, donde las mujeres feministas son a veces consideradas traidoras a la causa indigenista, como expone la lideresa guatemalteca. «No vale que dando nosotras la fuerza y la energía en la cama nos estén pegando los mismos que dicen que son nuestros compañeros defensores», protesta Lolita. «¿Dónde está la lealtad?», reclama.
Lejos de dedicarse únicamente a esta lucha colectiva, estas mujeres han tenido que asumir, muchas veces en solitario, los cuidados de las personas que les rodean. La tarea cotidiana de «sostener la vida» que, «dentro de un sistema que estructuralmente la ataca”, es , a ojos de Yayo Herrero, «un estado tremendamente violento».
Criminalización diferenciada
«La criminalización de las defensoras de la tierra es tremenda y cuando son mujeres además se marca con otros tintes: se las llama feminazis, se las insulta con todo tipo de calificativos que de alguna manera caen en todos los estereotipos de lo que es la imagen de una mujer autónoma en un mundo que desvaloriza esa fuerza», explica la activista de Ecologistas en Acción Yayo Herrero. También Lolita Chávez coincide en hablar de una «criminalización diferenciada»: «A mí me dicen bochinchera, guerrillera, patarrajada, bruja, prostituta, machorra», admite.
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