«La historia de Pepe y Pepa» sirve para detectar la violencia machista entre adolescentes
Carmen Ruiz Repullo es una socióloga cordobesa que ha trabajado para el Instituto de la Mujer de Andalucía e impartiendo charlas sobre la violencia de género en los jóvenes. En ellas utiliza un cuento llamado La historia de Pepe y Pepa, con el que intenta ayudar a los adolescentes a detectar posibles situaciones de maltrato al verse reflejados en ellas. Un vídeo en el que Ruiz cuenta la historia, publicado el pasado 14 de noviembre en Facebook, superó el millón de reproducciones en menos de dos semanas.
En La historia de Pepe y Pepa [puedes leer la versión escrita al final del artículo], la socióloga representa la violencia de género en una escalera en la que los dos protagonistas, adolescentes que acaban de comenzar una relación, van subiendo peldaños. En cada escalón, Pepe controla un poco más a Pepa. «Llevo utilizando esta historia más de quince años y está basada en hechos reales, en lo que las jóvenes me cuentan en las charlas y talleres», explica Ruiz por teléfono a Verne. «En algunos casos el orden de los peldaños varía, y cada año, por desgracia, hay que actualizarla porque hay más escalones».
En el primer peldaño, Pepa se aleja de sus amistades para ver más a Pepe porque este le dice cosas como que «parece que salimos con los demás, y yo quiero estar contigo a solas, cuenta Ruiz en el vídeo». En el segundo, llega el control telefónico –»‘si quieres estar conmigo, te quitas de estos grupos de WhatsApp, que hay mucho tonteo y muchos nenes»–. Después, los escalones ascienden hacia el abandono de aficiones, el control de redes sociales y la forma de vestir…
En los siguientes peldaños, Pepa cambia incluso su forma de ser porque a Pepe no le gusta:
«Pepa cada vez está más triste, se junta menos con sus amistades. Un día va andando con Pepe y están todas las amistades tomando algo en la plaza. Sus amigas empiezan a gritarle y saludarla Pepa también las saluda y ve que Pepe no se acerca. Se pregunta: «¿Se ha rallado?». Y le dice a las amigas: «Oye, no me voy a parar que a este le pasa algo y no se ha acercado, tendrá prisa o lo que sea». […] Él le contesta: «Es que parecéis gilipollas cuando os ponéis así». Pues la próxima vez que Pepa vea a sus amigas no las va a saludar de la misma manera».
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