Najat Ikhich, de huir de su propia boda a luchar contra el matrimonio infantil
El primer enfrentamiento con el dominio masculino en mi familia lo tuve cuando mi padre se negó a matricularme en la escuela. Yo tenía siete años». Fue entonces cuando Najat Ikhich experimentó por primera vez la discriminación de género y decidió, siendo apenas una niña, combatirlo. Movilizó a todo el vecindario, especialmente a las personas influyentes en la vida de su padre, y, al cabo de dos semanas, logró reunirse con sus amigos del barrio para ir al colegio. Esta activista marroquí lleva años luchando por el empoderamiento de las mujeres en Marruecos y se ha convertido en una de las activistas más reconocidas del país vecino.
Najat, siendo una adolescente de 15 años, se negó a contraer matrimonio con su primo. A pesar de las dificultades ─le costó el repudio de madre durante mucho tiempo─, la joven lo tenía claro: «No iba a someterme a unas reglas que iban a destrozarme por completo, que arruinarían mi vida. Me comprometí conmigo misma a pelear sin descanso por continuar mis estudios y a formarme en mi lucha como mujer, en esta sociedad que no me reconoce como a un ser humano con plenos derechos», explica Najat.
Según datos de UNICEF, cada año 15 millones de niñas son obligadas a contraer matrimonio forzado. O lo que es lo mismo, 41.000 al día. A este ritmo, este problema afectará a más de 140 millones de niñas menores de 18 años en 2020, según la ONG Plan Internacional. Actualmente el matrimonio infantil en Marruecos es ilegal. Pero los puntos 20 y 21 del código de familia permiten la legalidad de los casamientos entre jóvenes menores de edad siempre y cuando se presente un examen médico y una investigación social del entorno de ambos. Estas dos cláusulas, que deberían ser utilizadas para casos excepcionales, es lo que utilizan algunos jueces para legalizar matrimonios infantiles.
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