“Nada en nuestra biología permite decir que la igualdad de género es imposible”
Desde joven, Angela Saini (Londres, 1980) se sintió sola. En el colegio era la única chica en sus clases de química y matemáticas. Lo mismo le sucedió en la universidad, cuando decidió estudiar ingeniería. No lograba entender por qué.
Hoy es periodista científica, presenta programas de divulgación científica en la BBC y su obra ha recibido numerosos premios de prestigio.
En su libro Inferior (Círculo de Tiza, 2018) recorre algunos de los lugares comunes sobre las diferencias entre los dos sexos, como el de la debilidad física de la mujer con respecto al hombre, el de la diferencia de cerebros o el tópico de que los hombres son sexualmente más activos.
En el libro citas un artículo de The New York Times que dice que, desde el cambio de milenio, las revistas científicas han publicado 30.000 artículos sobre diferencias de género, siempre avalando el “mito de que existen”. ¿No existen?
No es útil pensar en diferencias de esa forma porque el 85% de las diferencias son entre individuos, no entre clases. Las investigaciones muestran que los cerebros difieren de manera individual y que las diferencias psicológicas son pequeñas. Somos diferentes en cuanto a capacidades y habilidades, sí, pero como individuos.
Lenguaje, razonamiento, cooperación, socialización… En el libro comentas que estos estudios sobre diferencias te parecen “cuestionables”. ¿Por qué esta obsesión por buscarlas?
Pensamos en esos términos porque los estereotipos que tenemos sobre hombres y mujeres están arraigados. Sin embargo, no son universales. Diferentes sociedades tienen distintos estereotipos sobre hombres y mujeres. En nuestro contexto occidental hay algunos muy fuertes que introducimos en los niños y niñas desde una edad temprana. Los nombres que les ponemos, la forma en la que interaccionamos con ellos, los juguetes, la ropa… Imprimimos un género en sus mentes y eso tiene un impacto en el desarrollo de sus cerebros y en la forma en la que ven el mundo. Los estereotipos a veces se confirman en ellos y ellas, pero porque ya se los hemos instalado.
Hemos llegado pronto al eterno debate entre cultura y biología. ¿Son las diferencias innatas o aprendidas?
Somos prisioneros de nuestra cultura porque no podemos vivir fuera de ella. Nacemos y vivimos en sociedad, no podemos irnos a una montaña sin contacto con el exterior, ni tampoco lo querríamos [ríe]. Las cosas pueden parecer innatas y biológicas cuando en realidad están tejidas en nuestra forma de vida. Los estudios estrictos que evalúan las diferencias psicológicas y cognitivas entre hombres y mujeres, con muestras muy amplias de todo el mundo y en diferentes momentos, muestran que las diferencias no son muy grandes.
Entonces, ¿por qué parecen a veces tan grandes?
No podemos infravalorar la importancia de la socialización sobre el comportamiento. Las cosas no han sido siempre iguales en diferentes momentos o lugares, y algunas culturas tienen distintas reglas sobre el comportamiento sexual. Por ejemplo, entre los Mosuo de China las mujeres son dominantes y los roles de género están invertidos. Si las diferencias en el comportamiento fueran biológicas, sería imposible la gran variedad de costumbres existentes en las sociedades humanas, que además han cambiado con el tiempo. Igual que no hay un lugar en el mundo en el que el hombre dé a luz a los bebés.
De acuerdo, los Mosuo existen, pero la mayoría de la gente no vive como ellos. ¿Por qué?
La idea de que los patrones de comportamiento son universales y eternos no es cierta. Culturas como la occidental tienen muchas cosas en común entre sí en todo el mundo porque el patriarcado se extendió en un momento dado y se volvió el modo dominante de vida gracias a que funcionaba para algunas personas. Para los patriarcas era un éxito que reforzaron a través de la cultura y la religión. Es peligroso hacer grandes generalizaciones basada
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