“La precariedad del deporte femenino al menos evita que nos endiosemos como pasa en el masculino”
Cuatro de la tarde. 35 grados a la sombra y sensación térmica de 42. Sin duda, no parece el ambiente idóneo para jugar un partido de fútbol, pero el Shanghai Guotai recibe al Beijing BG Phoenix en el campo de la Universidad de Shanghái. Es el último encuentro de la temporada antes de las vacaciones de verano, y no abundan los espectadores en las gradas. No porque haga demasiado calor, sea un miércoles cualquiera, o a los chinos no les guste el fútbol, que no es el caso. Lo que sucede es que se trata de un partido de fútbol femenino.
“A veces, sobre todo entre semana, parece que jugamos a puerta cerrada. Los fines de semana suelen estar más animados”, explica Vero Boquete poco después de saltar al césped. Esta gallega nacida en 1987 es la única española contratada por un equipo chino, y, a pesar de lo que podría deducirse por la abundancia de butacas vacías, ha encontrado en el gigante asiático la oportunidad profesional que le han negado países mucho más desarrollados. No en vano, China es el séptimo en el que juega. “Aquí hay liga profesional y tenemos unos sueldos dignos que no tienen nada que ver con los que se cobran en España, donde hay una cultura deportiva muy pobre”, explica.
Los responsables de la federación certifican que todas las jugadoras tienen las fichas en regla antes de alinearlas frente a la bandera de la República Popular. Suena el himno chino, y luego un pitido da comienzo al que será el peor partido del equipo de Boquete este año. Shanghái le da una humillante ‘manita’ y la gallega se desespera. Sus mejores compañeras no están en el campo porque están concentradas con la selección china para participar en los Juegos Asiáticos que se celebran en Yakarta, y cada vez que las contrincantes logran la pelota y la llevan a su área, marcan.
Pero Boquete no se rinde. Pelea en el centro del campo como si solo hubiese un gol de diferencia en el marcador. Desafortunadamente, los balones que pasa a sus compañeras no duran en poder del Beijing Phoenix. El pitido final suena a gloria. Boquete sale del campo dolorida físicamente, chorreando a mares, y decepcionada con el resultado. Pero feliz porque en unos días regresará a casa. Lo que no sabe es que, además, allí terminará jaleando a la selección femenina española Sub-20 en la final del Mundial, un partido que, a pesar de la derrota contra Japón, demuestra el auge que vive el fútbol femenino. ¡Ya hemos llegado!, titula Boquete en un artículo de opinión en El País.
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