La educación sexual en las familias: «No hay que evitar las preguntas de los más pequeños»
Son las cuatro de tarde y el pequeño de la familia se encierra en la habitación para jugar con el ordenador. Es su día libre y es muy probable que vaya a abrir una pestaña con su videojuego favorito y otra con una página de contenido pornográfico que le habrán pasado sus compañeros de clase. Un contenido pornográfico que se convertirá en referente sexual del niño si no tiene otro modelo al que aferrarse. Pero, ¿se habrá hablado antes de sexualidad en su familia?
Muy probablemente reciba educación sexual en la escuela aunque, quizá, no sea suficiente. Una educación que “llega mal y tarde”. Lola Hernández es sexóloga en el equipo de Madrid Salud e insiste en que las familias deberían tener un papel fundamental en la educación sexual de los más pequeños en sus primeros años de formación. “Siempre que se dice que los pilares fundamentales de la educación sexual se encuentran en los trabajos en institutos pero me pregunto que dónde queda entonces el papel de las familias”.
Pere Font, fundador y director del Institut d’Estudis de la Sexualitat i la Parella defiende una idea similar. El psicólogo insiste en que la educación debe realizarse “en un ambiente de respeto y comprensión” y “desde el primer año”. Puede resultar una edad muy temprana pero es “una educación que se realiza en silencio, como ver a los padres abrazarse o que estos se bañen con sus hijos”. De esta forma se transmiten valores y no solo conocimientos. “Los conocimientos no son lo importante. Hay que transmitir valores”.
Los primeros años de educación sexual silenciosa serán fundamentales y pronto se verán sustituidos por una segunda fase con “preguntas sencillas a las que hay que responder de forma también sencilla ”. Carol Armero es sexóloga y coach. Realiza talleres para padres donde enseña cómo educar sexualmente a los niños a partir de los 5 años. “Es fundamental no evitar las preguntas de los más pequeños, los padres son los modelos a seguir del niño”. La sexóloga insiste en que hay que naturalizar la sexualidad: “solo le cambiamos el nombre a los genitales; al brazo, por ejemplo, no lo llamamos San Jacobo”.
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