“Los hombres van a rebufo de las mujeres, andan despistados”
Silvia Buabent (Madrid, 1973), vive desde los seis años en Fuenlabrada. De pequeña quería ser electricista, como su padre, pero su maestra le afeó el intento, no era oficio para niñas. Su madre es ama de casa. De feminismo, que sabe un rato, aprendió en los márgenes de su licenciatura en Ciencias Políticas, buscando libros y asignaturas fuera del programa oficial. Y se curtió sobre el terreno. Durante más de 20 años ha puesto en marcha planes de igualdad en Fuenlabrada, donde fue concejala de ese área entre 2011 y 2018. Desde junio, es la directora del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades. Le sobra la mitad del nombre. Volverá a ser Instituto de la Mujer, a secas. Defiende que no se puede hacer un tótum revolutum, porque las mujeres no son un colectivo sino la mitad de la población. En la primera entrevista que concede tras ocupar el cargo, sentada bajo un póster de Clara Campoamor, da un toque de atención a los hombres: “Andan despistados”. Denuncia que el gran fallo de la Ley de Igualdad es que no se aplica. Y pide al feminismo repensar la maternidad.
El instituto lleva más de dos años de inactividad. ¿Qué ha previsto para volverlo a poner en un lugar relevante?
El instituto ha sido relevante desde su creación. Voy a ser muy sincera: no ha habido apuesta política y en los últimos años se ha parcheado para asuntos muy concretos; no ha tenido el apoyo económico ni humano que debería.
¿Qué es lo peor que se ha encontrado?
Si pasas de un presupuesto en 2010 de alrededor de 23 millones de euros y llegas a este 2018 con 19 no hace falta contar más; si hay poco presupuesto y además lo juntas con el resto, las mujeres se diluyen, y ellas tienen que estar en el centro de la acción política.
La Ley de Igualdad lleva 11 años y muchas cosas pendientes. ¿Qué no se está haciendo bien?
Cuando hicimos la ley se hizo lo que se pudo, al final las leyes son parte del momento y de las circunstancias. Se pueden arreglar cuando vemos que no funcionan después de su aplicación, pero el problema de la Ley de Igualdad es que no se aplica. Estoy cansada de que todo lo que tiene que ver con igualdad lo dejemos al amparo de la buena voluntad de quien tenga que llevarlo a cabo. No creo en eso. Yo creo que hay que sancionar.
Leer la entrevista completa en El País.