Paraguay, a la zaga en igualdad de género
El debate sobre la Ley de Paridad Democrática ha dejado al descubierto la brecha social que divide Paraguay en materia de género. Mientras el Senado propone establecer cuotas que garanticen la presencia femenina al 50% en puestos de representación política, la Cámara de Diputados aboga por que se mantenga el actual statu quo, limitando el proyecto de ley a campañas de sensibilización.
Las dos cámaras del Congreso debaten desde hace dos años en un continuo vaivén de propuestas y modificaciones la Ley de Paridad Democrática, que busca establecer, regular y garantizar la participación y representación paritaria de mujeres y hombres en la esfera política. El Senado presentó su propuesta el 8 de marzo de 2016, haciendo coincidir la fecha con el Día Internacional de la Mujer. El texto aprobado por los senadores quiere asegurar una presencia igualitaria para mujeres y hombres en los cargos de elección, de designación y en la selección del funcionariado público. Las mujeres tendrían igualdad de oportunidades para contrataciones y nombramientos, mientras que los movimientos, partidos políticos, alianzas y concertaciones electorales incorporarían la alternancia de sexos en las listas a las elecciones internas. La igualdad se aplicaría además al gabinete de la Presidencia de la República, donde ministerios y secretarías deberían estar integrados al 50% por hombres y mujeres.
La Misión de Observación Electoral de la Unión Europea para las elecciones generales del 22 de abril, la delegación de la UE en Paraguay, ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer paraguayo respaldan el proyecto de ley ratificado por el Senado. Sin embargo, la Cámara de Diputados, que en las próximas semanas dará su última palabra, vació de contenido el texto en la última revisión eliminando cualquier tipo de cuota y planteando promover la paridad con programas de capacitación de mujeres en liderazgo político y campañas de sensibilización “para eliminar conductas discriminatorias”.
Los argumentos esgrimidos en ambas Cámaras a favor y en contra de esta ley reflejan una cultura basada en estereotipos de género y la confusión reinante en torno a materias tan dispares como la igualdad de sexos, el derecho a la vida o el matrimonio gay.
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