Las científicas siempre han estado ahí, pero eran invisibles
En 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Conmemoramos la obtención de la equidad e igualdad de género en las ciencias, y el reconocimiento de las mujeres científicas que durante siglos han sido invisibilizadas del mundo académico por su condición sexual.
Esta invisibilización dio lugar a que los ilustres científicos varones tomaran el protagonismo, amparados en un discurso hegemónico arcaico fundamentado en las ideas aristotélicas de evidente cariz patriarcal. Así, se consideraba a las mujeres “incapacitadas” para poder pensar o mostrar interés en “asuntos del conocimiento”.
Pero lo cierto es que, pese a que la historia y la ciencia han sido identificadas como ámbitos puramente masculinos, las mujeres han estado siempre presentes en el desarrollo científico.
El origen del baño María
Existen ejemplos desde la Edad Antigua, con mujeres como María la Hebrea. Considerada la primera mujer alquimista, vivió durante los siglos I y II en Alejandría, y a ella se atribuye la famosa técnica de calentar un recipiente mediante el vapor de agua, que hoy conocemos como “al baño María”.
También destaca otra mujer célebre del siglo IV, quien se ha convertido en el símbolo de la mujer científica: Hipatia. Antes de su violenta muerte a manos de un grupo de cristianos, escribió más de cuarenta libros y construyó grandes e importantes instrumentos científicos como el astrolabio y el hidroscopio.
No fueron las únicas. Las mujeres siguieron interesándose por las ciencias desde todos sus ámbitos: matemáticas, astronomía, física, química, medicina, biología y geología.
Ada Lovelace
A lo largo del siglo XVIII destacaron nombres como Wang Zheny, científica china que consiguió romper con el sistema feudal de la dinastía Quing y se convirtió en astrónoma, planteando sus propias teorías sobre los eclipses.
En la misma época vivió la paleontóloga inglesa descubridora del primer esqueleto de ictiosauro y plesiosauro, Mary Anning. Pese a que nunca se le reconocieron sus hallazgos científicos, estos fueron claves para entender el período prehistórico y las extinciones.
En el siglo XIX destacan científicas tan importantes como la inglesa Ada Lovelace, considerada la primera programadora de la historia. Florence Nightingale, quien estableció los principios de la enfermería actual. Elizabeth Blackwell, que se convirtió en la primera mujer médica en 1849, cuando ninguna universidad aceptaba su solicitud excepto la de Geneva (Nueva York).
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