«Ser mujer negra en España»: una lectura obligada para tomar conciencia
Un puñado de situaciones absolutamente estúpidas en las que he actuado como una maldita imbécil:
1-Una de mis mejores amigas cuando viví en Nebraska se llama Janani. Es de India, pero fue a Estados Unidos a terminar su doctorado. La conocí en el aeropuerto cuando ambas coincidimos en la sala de embarque. Posiblemente lo segundo que le dije en nuestra interacción fue:
Yo: ¡Qué bien hablas inglés!
Janani: El inglés es mi primera lengua.
(Tierra trágame…)
2-Daba clase de español en la universidad y uno de los temas para impartir en los primeros días era el de las nacionalidades. Yo iba preguntando a cada persona del aula la frase: “¿Y tú de dónde eres?” Y me iban respondiendo lo típico que te dicen les estadounidenses (blanques): irlandés, italiano, checa, polaca, holandés… Hasta que llegué a Bianca.
Yo: Bianca, ¿tú de dónde eres?
Bianca: Mmmm… yo soy de África.
Yo: (yendo MUY de sobrada porque cuidado, yo he hecho cursillos porque soy supermoderna) Ya, Bianca, pero África no es un país, es un continente: ¿de dónde en África?
Bianca: (muy educadamente y en inglés) Mmm… no lo sé… a mi familia la robaron de algún lado y la trajeron para trabajar esclavizada.
Yo: (ojos como platos, ruborizada) Perdón, perdón, perdón, perdón, perdón…
3- Tuve un noviete peruano de piel oscura y rasgos indígenas. Una vez, como al entrar en supermercados me ponía del hígado porque siempre actuaba raro cuando entrábamos a los sitios, le dije:
Yo: Joder, tío, es que parece que entras en el super con miedo, ¡venga, date vida, que no te van a comer!
Erick: no sé si te has dado cuenta de que siempre que entro a cualquier establecimiento me siguen desde que paso la puerta de entrada y hasta que salgo por ella. Y no es casualidad. Es porque soy marrón.
(Hostia-hostia-hostia-hostia pero qué fuerte… así que por ESO era.)
4-Tuve una novieta negra mitad estadounidense mitad nigeriana y dije las siguientes barbaridades:
Chastity: Ya, bueno, pero aquello es diferente, allí hay reyes, reinas, princesas, príncipes en diferentes zonas…
Yo: Pero es que para qué quieren tantos reyes, reinas y princesas, eso es una chorrada, un sistema de clases anticuado, es indefendible, no puedes estar a favor de eso porque es arcaico… (ojito que mi dni dice que pertenezco al reino de España y veo la paja en el ojo ajeno)
Chastity: (no dijo nada, simplemente puso una cara muy concreta)
Yo: No me jodas que eres princesa… ¿Eres princesa?
Chastity: Sí…
(¿¡Aprenderé algún día a no comentar ni hacer juicios de valor sobre lugares que no sé ni señalar en el mapa!?)
5- Tuve un alumno senegalés cuando daba clases de inglés que tuvo una hija.
Yo: No, ¡pero no puedes llamarle Rokhaya, porque con ese nombre no se va a integrar nunca cuando venga aquí! ¡Ponle otro nombre más neutro! ¡Algo más fácil de pronunciar!
(Santo dios, María Unanue: ¡¿MÁS FÁCIL DE PRONUNCIAR PARA QUIÉN!? Si a esa niña no permiten que se “integre” –whatever that means– por tener el nombre que sea ¡¿DE QUIÉN ES LA CULPA?!)
Igual por mi forma de narrarlo parece que me río, pero no es el caso. No me enorgullezco EN ABSOLUTO de hacer TANTO el gilipollas en mi vida. Porque estas son algunas situaciones que os cuento así de pasada, pero tengo decenas. Literalmente. No sé si soy especialmente torpe. ¿A vosotras os pasan estas cosas? El caso es que he ido apuntando en notas mentales las tonterías dichas para no repetirlas, y sobre todo las salidas de tono puntuales. Admito que a veces me he puesto hasta a la defensiva cuando alguien me decía “eso que dices es racista”. Ejemplo: le digo a mi amigo Toño (mexicano) que Noséquién se parece a Queen Latifah y me dice que eso es una racistada. Yo, osada como soy a ratos, le llevo la contraria con argumentos que considero de peso: una descripción física. Él me dice que lo único que X y Queen Latifah tienen en común es que son negras. Y yo me empeño en que blablablá. Él se ríe de mí y me dice: “Corazón, se te perdona todo, porque eres tan tonta que las racistadas no las dices ni con maldad”. Entonces yo pienso para mis adentros: “A ver, alma de cántaro, cállate. Igual sabe de lo que habla. Igual tú piensas que estás diciendo algo neutro o algo bueno incluso, y es una racistada”.
AFORTUNADAMENTE me he rodeado de alguna gente no blanca gracias a haber salido de mi casa, he tenido la suerte de haberme visto en infinidad de momentos de lo más bochornosos provocados única y exclusivamente por ¿mi falta de luces?, pues quizás sí, pero sobre todo por mi socialización exclusivamente blanca reducida a ver a mi alrededor sólo personas del mismo color que yo, con el mismo dinero que yo, que hablaban el mismo idioma que yo, con el mismo acento que yo y que, si me apuras, pensaban igual que yo… porque admito que no he sido de mucho pensar hasta hace relativamente poco. Antes de nada GRACIAS a todes elles, mis amigues no blanques, por no haberme metido de hostias. Porque su trabajo no tenía que haber sido ser pacientes conmigo, y señalar las racistadas máximas que decía pensando que eran frases absolutamente vacías de contenido… MIL MILLONES DE GRACIAS. Y PERDÓN PERDÓN PERDÓN por las cagadas hechas y por las que vienen, ya que por mucho que repiense y reanalice, a menudo descubro a posteriori las memeces que hago y digo.
No sé cuál es el nivel de melanina de la gente que lee estas líneas. (De hecho ni siquiera sé si alguien lee estas líneas). Si eres racializada es posible que te sientas identificada con mucho de que cuenta la autora en Ser mujer negra en España. Si eres blanca, también vas a sentirte apelada por lo que cuenta, desde otro sitio más incómodo pero necesario. Te aseguro que TIENES QUE leerte este libro: si te has visto en situaciones como las que te he contado arriba, para verte en las mínimas posibles; si nunca te has visto en ninguna de las situaciones que te he contado, para darte cuenta de que igual ni te has percatado de que has tenido ese tipo de situaciones porque nadie te las había señalado.
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