“Ahora que saben que existe el 8 de marzo, lo queremos todos los días”
Este 8 de marzo no ha habido huelga feminista en todo el Estado, aunque sí en Catalunya. ¿Por qué este cambio de estrategia?
Haizea Miguela: La huelga era una estrategia muy útil para poner encima de la mesa los problemas que tenemos las mujeres en nuestro día a día. En el movimiento feminista, a lo largo de toda su historia, las mujeres hemos analizado cuáles son nuestros problemas y, a partir de ahí, hemos intentado encontrar respuestas. Hay que entender que la huelga feminista era una estrategia para poner en el centro del debate social qué problemas tenemos y cuáles son las propuestas del movimiento feminista para solucionar estos problemas. ¿Por qué de repente dejamos de utilizar esa estrategias y optamos por otras? La huelga no es un resultado, no es el final, el 8 de marzo es un día más dentro de un continuo. Para nosotros ha sido un proceso en el que ha ido creciendo la gente que se ha sentido interpelada. Mucha gente ha puesto el 8M encima de la mesa, pero después de haber hecho huelga dos años, de haber mejorado las relaciones a nivel internacional y estatal, siendo una estrategia muy útil porque nos ha ayudado a pegarnos a los territorios, ahora la manifestación es una cosa más y hacemos muchas otras acciones de forma conjunta, desde la diversidad de realidades. No todas tenemos los mismos planteamientos y tenemos muchísimos debates, pero hay mucho trabajo colectivo construido, mucha apuesta por el común y ejercicio de generosidad política porque hacemos una lectura de contexto político. Pero también es un ejercicio de construcción colectiva, de aprender a pensar apegadas a los barrios, que tienen un feminismo muy específico que es, como decía una amiga mía, el feminismo de la tía Loles. Muchas veces el feminismo se ha planteado desde ámbitos alejados y éste es un feminismo basado en los barrios, con lenguaje popular, sencillo de entender, para arreglar cuestiones de todos los días, porque si no abordamos el problema de la vivienda difícilmente podemos solucionar la violencia machista o se puede decidir entre abortar o no abortar. Se ha ido haciendo un proceso que ha generado músculo. En la última asamblea había 300 personas frente a las 20 de hace unos años. Hemos pasado de una manifestación con un manifiesto a cuatro acciones públicas, un encuentro antirracista, una manifestación por los derechos sexuales y reproductivos, una concentración frente al Congreso pidiendo la derogación de la Ley de Extranjería, visibilizar las violencias machistas o la cadena humana. Porque el objetivo fundamental es que ahora que estamos todas, ahora que ya nos ven, ahora que saben que existe el 8 de marzo, el mensaje para lanzar es que lo queremos todos los días, que todos los días sean 8 de marzo, que nuestros derechos no son negociables, que no queremos vivir una vida de superviviencia. Queremos una vida digna para todas la personas reconociendo la diversidad y necesitamos palabras para reconocer esa diversidad, para poder denunciar la violencia machista, para poder denunciar que las fronteras están condicionando mi vida, que se me cree menos por mi color de piel en este país. Por eso es la revuelta [la revuelta feminista es la acción que durante un mes, entre el 8 de febrero y el 8 de marzo, se ha organizado en Madrid] no es una negación de la huelga, es experimentar otras estrategias para poner encima de la mesa que la vida digna de las mujeres, lesbianas, personas trans, tiene que ser cada uno de los días y se necesitan medidas ya en todos los ámbitos, desde los señores que acompañan nuestras vidas, a las instituciones que están velando por la protección de la legalidad, las empresas en las que tenemos que trabajar o los espacios comunitarios en los que participamos.
Verónica Molina: En la parte internacional vamos viendo los diferentes contextos políticos en los que se va usando la herramienta de la huelga, que tradicionalmente se ha visto en el entorno laboral pero, sin embargo, ni todas estamos con un empleo formal, ni todas podemos parar. Y de todas formas, ¿quién cocina?, ¿quien cuida?, ¿quién pone la lavadora?, ¿quien recoge a los niños?, ¿quien piensa y gestiona los cuidados? Creo que va mucho más allá, por eso la huelga se planteó en diferentes ámbitos y tipos. Entendemos la huelga simplemente como una herramienta y no lo reducimos al contexto laboral. Este año no convocamos huelga laboral en el contexto madrileño, pero estamos de revuelta. Para mí el concepto de revuelta es mucho más potente porque has tenido todo el mes, y todavía lo que falta, reclamas nocturnas, hemos hecho la operación araña, tenemos la concentración frente al Congreso, hemos hecho un encuentro antirracista… En este «mujeres» amplio traemos todas las reivindicaciones por delante y para mí eso es lo interesante: el concepto de revuelta trae un debate, trae el poner la vida en el centro.
Hablabais del concepto de la huelga, ¿ha sido un obstáculo su concepción legal?
Haizea Miguela: Nosotras hemos repensado ya la huelga, un repensar que está en permanente construcción, como la sociedad en general. Nos hemos dado cuenta de que hay mucha gente que no puede parar y, ¿cómo hacer para movilizarnos desde las limitaciones? Las huelgas se hicieron legales tras el trabajo de muchos años del movimiento sindical. Igual es verdad que tenemos que pensar, y más ahora con las leyes mordaza, cómo se garantiza la participación de la ciudadanía y el disentir. Para nosotras es una limitación, lo hemos dicho desde el principio, y la huelga feminista amplía las huelgas tradicionales porque en estas no cabíamos, no cabía la vida completa de las mujeres. Porque nosotras necesitamos poner el acento en otras muchas partes de la vida que no son el empleo, aunque también en lo laboral. Por eso necesitamos hacer una huelga en cuatro ejes.
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