Cuando una crisis entra por la puerta, la igualdad de género salta por la ventana
En 2009, cuando la crisis económica estaba en pleno auge, Zapatero remodeló el Gobierno para hacer frente a la situación económica. Esta reestructuración consistió, entre otros cambios, en eliminar el Ministerio de Igualdad mientras creaba una nueva Vicepresidencia de Economía y Hacienda. La decisión de Zapatero tuvo más parte de simbólica que de material: el Ministerio de Igualdad quedaba degradado en el organigrama -ya que pasaba a ser una Secretaria de Estado-; sin embargo, conservaba el mismo presupuesto. El mensaje que lanzaba era que, en plena crisis, lo importante no era la igualdad de género. Es decir, que ésta solo es relevante cuando las cosas van bien, como una cuestión de segundo orden. Esta crisis ha vuelto a enfatizar que, cuando las cosas van mal, la igualdad de género no es primordial.
Uno de los principales hechos que llama la atención en la gestión de esta crisis sanitaria es la baja presencia de mujeres en los comités. Algunos, en relación a cuestiones médicas, sí que han sido más paritarios, pero aquellos que gestionan la transición hacia un nuevo escenario están muy masculinizados. Del comité a nivel nacional que se ha dedicado a esto, presidido por el ministro Pedro Duque, solo forman parte tres mujeres de un grupo de 15 expertos. iSorprende que solo sean el 20% de mujeres, cuando el Gobierno ha intentado liderar el nombramiento de mujeres en posiciones de poder. El Gobierno central no es el único, tampoco lo cumplen otros comités de expertos de diferentes comunidades autónomas: como los que se han hecho públicos en Andalucía o Catalunya. El nivel internacional tampoco ha dado ejemplo, la OMS contaba solo con un 26% de mujeres en el comité de emergencia para el coronavirus.
Además, la puesta en escena para gestionar la crisis sanitaria ha sido muy masculinizada. En las ruedas de prensa, que han sido diarias desde mediados de marzo, junto a Fernando Simón y María José Rallo, han estado presentes los portavoces de la Policía Nacional, la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas. Esta puesta en escena era importante, no solo por la simbología que transmitían, sino por los discursos o análisis que realizaban estos portavoces. Por ejemplo, en una de las primeras comparecencias, ellos establecían que la violencia de género se había reducido porque habían descendido las denuncias. Este mensaje sin ningún tipo de perspectiva de género era preocupante, y establecía una diagnosis de la situación sesgada. Además, esta imagen reforzaba la metáfora bélica que algunos líderes habían intentado establecer: relacionando la erradicación del virus con una guerra. Ya son ampliamente conocidas las frases del jefe del Estado Mayor cuando decía «sin novedad en el frente» o hablando a los ciudadanos como si fueran soldados. En realidad, un paralelismo más acertado hubiera sido con el mundo de la enfermería. Esta crisis tiene mucho más que ver con los cuidados a los enfermos y con la empatía hacia el resto de la ciudadanía para evitar los contagios, que con una confrontación violenta.
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