Prioridad en septiembre: la gestión emocional
Con 8,2 millones de alumnos en casa, las escuelas cerradas y los padres haciendo el pino puente, una de las primeras comunicaciones que recibieron las familias de colegio Las Naciones fue un vídeo. No eran instrucciones sobre las tareas, ni pautas para trabajar en casa: era una canción y un baile. La limpiadora, la cocinera, los profesores y la directora se habían puesto de acuerdo para mandar a sus alumnos un abrazo virtual en forma de baile. Familias de colegios de toda España han recibido vídeos así durante el confinamiento. Lo hicieron en los centros Agustina Díez, El Ágora de Madrid, o el Vega de Toranzo de Cantabria, por ejemplo.
Vídeos así han sido un recurso habitual en muchas escuelas, conscientes de que los afectos son la clave para afrontar el confinamiento. El estudio Panorama de la educación en España tras la pandemia de covid 19, de Acción Magistral y docentes de las universidades de Granada y Málaga, revela que para el 76% la mayor preocupación del retorno a las aulas es la falta de motivación y para el 61% la gestión emocional. Para esta investigación se ha entrevistado a 5.000 profesores, padres y alumnos. “Este proceso ha tenido un gran impacto en la vida emocional del alumnado y la comunidad educativa cree que hay que trabajarlo el año que viene de forma prioritaria”, explica el investigador Fernando Trujillo, uno de los autores del estudio.
Aunque motivar y transmitir afecto es muy difícil a través de una pantalla, la mayoría de los profesores lo han intentado. Según el psiquiatra experto en apego Diego Figuera “vídeos positivos, en un contexto de pesadilla, les hacían esbozar una sonrisa, estimulaba emocionalmente su cerebro, y les invitaba a conectar”. Y no solo a los alumnos: “Esos mensajes recuerdan a las familias que las escuelas son mucho más que contenidos. El 80% de lo que hacen los niños en el colegio es afectivo y emocional. Los que no entendieron esos vídeos estaban esperando que la escuela respondiera a ese lugar competitivo, de rendimiento social al que vas a convertirte en el número uno”, añade el psiquiatra.
Improvisar una escuela virtual
Desde el 9 de marzo hubo que improvisar una escuela virtual que evidenció las carencias del sistema. “Los profesores nos encontramos con los típicos mensajes de que estábamos de vacaciones, que vaya morro… Pero sabíamos que éramos una pieza clave, así que hicimos un esfuerzo ímprobo para demostrar que cumplíamos con nuestro trabajo, tratando de no perder a nadie por el camino. Lo más sencillo era trasladar los contenidos al mundo digital con tareas virtuales, pero nos dimos cuentacde que no funcionaba: los niños no eran autónomos y sobrecargábamos a unas familias superadas. No estábamos cumpliendo el objetivo: el seguimiento escolar”, explica la profesora madrileña de primaria Montserrat Poyatos.
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