Urbanismo feminista, una alternativa a la ciudad patriarcal y capitalista
No por obvio, merece ser recordado: también hay clase y hay género tras el compás y el tiralíneas. Pateamos la ciudad, la sufrimos por dentro, e incluso la convertimos en nuestro hogar sin pararnos a pensar hasta qué punto su configuración nos moldea. Hasta qué punto lo productivo y lo remunerado la vertebra y condiciona, desestimando otras ciudades posibles que acoten otras vidas posibles. Ciudades que incluyan, por ejemplo, la movilidad que exigen los cuidados.
Se trata, a fin de cuentas, de hacerla más vivible para más gente. Fomentar otras movilidades que superen, de una vez por todas, el carril que va de casa al trabajo y generar recodos que faciliten los cuidados. En esas andan las mujeres que integran el Col·lectiu Punt 6, una cooperativa interdisciplinar de arquitectas, sociólogas y urbanistas, con más de 10 años de experiencia, que a través de la docencia y la investigación, así como desde las asesorías urbanísticas y las auditorías, buscan proyectar ciudades sostenibles que satisfagan realmente a sus moradores.
«Queremos cambiar las prioridades de cómo se han construido nuestras ciudades desde una perspectiva capitalista y patriarcal, una forma de entender el espacio que ha puesto por delante las actividades productivas y ha homogeneizado a un ciudadano estándar que era masculino, blanco y de clase media», aclara Blanca Valdivia, integrante del colectivo.
Para ello, el Col·lectiu Punt 6 plantea poner los cuidados, tanto de las personas como del medio ambiente, en el centro del tablero. Una estrategia que abordan poniendo el foco en las diferentes percepciones de seguridad que tienen sus habitantes, trabajando desde la experiencia de las mujeres como vecinas y usuarias y reivindicando las aportaciones de tantas y tantas profesionales en materia de urbanismo.
Funcionalismo vs. proximidad
La ciudad está hecha de muchas capas. Restos de otro tiempo que han ido conformando lo que hoy día vemos y que, como todo organismo vivo, muta a cada paso. Sin embargo, todas esas transformaciones no hacen sino perpetuar un estigma atávico: «Los diferentes paradigmas urbanísticos que se han ido solapando en la construcción de nuestras ciudades se han hecho desde un punto de vista androcéntrico que, además, prioriza la pervivencia del sistema capitalista», apunta Valdivia.
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