Esbozos de igualdad
«Al frente del libro va el retrato de la autora de los Esbozos, con su carita ingenua, un poco triste, el cabello tendido, naciente el pecho núbil y la boca plegada como en un gesto de ironía o de dolor…». Así describía el escritor y periodista José Montero Iglesias, en la revista Mundo Gráfico de mayo de 1913, la imagen que ilustra la historia de esta mujer que ahora brindamos y que daba inicio a «Esbozos literarios», el primer libro de una adolescente Manolita Polo Martínez-Conde y quien habría de convertirse en adulta luchadora a contracorriente de lo que se consideraba entonces como razonable para el mundo femenino, todo esto en una sociedad construida por una trasnochada masculinidad imperante y que, en su aún minusvalorado ejemplo, abrió las puertas a otras mujeres que en años posteriores y con parecidas cortapisas han ido reedificando esta nueva y cada vez más justa sociedad, porque nuestra protagonista comprendió que la evolución de la emancipación de la mujer, muy lejos del grotesco feminismo que algunas directrices exhiben hoy, debía ser delicadamente ofrecida y haciendo penetrar la sensatez de la paridad a la nueva ciudadanía.
Poeta, novelista, ensayista o articulista en diarios de prestigio como La Atalaya, El Cantábrico, Heraldo de Aragón, Mundo Gráfico, La Montaña, Hoja del Lunes, etc. y a la par que conferenciante en diversos ateneos culturales en los que abogó por esa meta de equilibrio, Manolita fue unánimemente elogiada en toda la prensa nacional. A pesar de haber nacido en Zaragoza en 1896, recaló en Santander de la mano de sus progenitores siendo apenas un bebé, ya que su padre, Luis Polo Español, fue concejal de hacienda en el ayuntamiento de la capital cántabra y director del Sanatorio Quirúrgico del Dr. Madrazo en la misma ciudad. Su madre, Mercedes Martínez-Conde y Diego-Madrazo, era sobrina carnal del reputado médico pasiego, por lo que la primera obra literaria de nuestra protagonista tuvo a bien ser prologada por esta eminencia de la cirugía en España en aquellos principios del siglo XX y quien presentía: «Las páginas de tu librito parecen arrancadas de tu corazón sincero y poético, y en cada una veo una lágrima temblando en tus párpados o una herida en el fondo de tu alma…», pues nuestra joven prosista ya fijaba su aspiración por que las mujeres, indiscutible base del triunfo de la feminidad, pudieran comenzar su vida encontrando en la conquista del amor «un corazón generoso y constante que sepa vibrar y sentir al unísono del nuestro…», esto es, compartir la vida con una persona en igualdad de condiciones, sentimientos y obligaciones.
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