El velo islámico: identidad o sumisión
El estudio de las formas de vestido y de adorno corporal es una de las claves que nos permite comprender a las distintas culturas. Nos vestimos porque es necesario para defendernos del frío o el calor, pero las formas en la que lo hacemos son muy diversas, no solo para cubrir las necesidades físicas de abrigo o protección sino porque cada pueblo y cada país ha creado una serie de códigos, mediante le elección de los tejidos, los colores y las formas, que sirven para diferenciar a las personas por su jerarquía social, por su género o por su edad, y esos códigos pueden, a su vez, estar unidos a las creencias religiosas y a sus distintos contextos rituales y ceremoniales.
A lo largo de la Historia el vestido femenino ha contribuido mucho más a marcar el género que el vestido masculino, y en él siempre han sido más destacados los símbolos que sirven como marcadores sexuales, de tal manera que se ha considerado que el aspecto externo de las mujeres está mucho más vinculado a su conducta y sus virtudes que el de los hombres. Este es el caso del uso del velo, hijab, por parte de las mujeres musulmanas. En la Edad Media utilizaban el velo por igual musulmanas, judías y cristianas, y de hecho se sigue utilizando en algunas órdenes religiosas femeninas, pero en la actualidad solo es tema de debate su uso en el islam, porque se considera de valor religioso.
En el Islam, como en otras culturas, el velo servía al principio como símbolo de pureza y decencia, pero su uso no era obligatorio para todas las mujeres, quedando reservado a las de clases más altas. Sin embargo su significado religioso dista de estar claro. Solo hay dos versículos del Corán sobre los que basarse para exigir su uso. En ambos se pide a hombre y mujeres que sean recatados en su modo de vestir, aunque en el segundo de ellos se ponen más condiciones a las mujeres: Di a los creyentes que bajen la vista con recato y que sean castos. Es más correcto para ellos. Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que bajen la vista con recato, que sean castas y no muestren más adorno que los que están a la vista, que cubran su escote con el chal y no exhiban sus adornos sino a sus maridos, a sus padres, a su suegros, a sus propios hijos, a sus hijastros, a sus hermanos, a sus sobrinos carnales, a sus mujeres, a sus esclavas, a sus criados varones fríos, a los niños que no saben aún de las partes femeninas. Que no batan ellas con los pies de modo que descubran sus adornos ocultos. ¡Volveos todos a Dios, creyentes! Quizás así prosperéis (Corán, 24:30-31).
En realidad no hay ningún otro texto en el Corán que obligue a las mujeres a llevar el velo, ni tampoco hay nada en él que les diga cómo deben vestirse. En otros textos religiosos se les recomienda que se vistan de modo decente y modesto. Pero vestirse de una manera decente significa cosas muy distintas en los diferentes países islámicos, según lo que interpreten sus teólogos. Para algunos hijab significa llevar también el niqab, o mascarilla; para otros hijab implica llevar el chador, e incluso para otros significa llevar burka. Se trata de discusiones religiosas que solo al llegar los siglos XIX y XX se convirtieron en cuestiones políticas.
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