Niños “perdidos” en el aula sin intérprete de signos
Fran Xin tiene ocho años, estudia tercero de Primaria y sufre una sordera profunda. Sus padres, que padecen la misma discapacidad auditiva, lo adoptaron hace tres años en China y llegó a Galicia sin poder comunicarse. En este tiempo, el pequeño, “pillo y valiente” en palabras de su madre, ha aprendido con rapidez la lengua de signos y ha logrado abrir una ventana al mundo que le rodea. La Xunta, sin embargo, ha ido mucho más lenta que él. En el colegio, Fran Xin se ha pasado dos años y el primer trimestre de este curso sin intérprete durante parte de su jornada escolar, incomunicado de nuevo por el insuficiente personal con conocimientos de lengua de signos asignado al centro.
La tenacidad de su familia, con seis escritos ante la Consejería de Educación y una concentración de protesta, consiguió la semana pasada que un profesional con conocimientos de su lengua materna lo asista durante todas las horas que está en la escuela. La medida de Educación solo está garantizada hasta junio y no satisface a sus padres porque ha supuesto una rebaja de los apoyos que reciben otros compañeros con la misma discapacidad, denuncian. “Luchamos constante e incansablemente. En abril o mayo tendremos que volver a solicitar que nos vuelvan a cubrir para el próximo curso”, expone su madre, Mari Cruz Ousinde.
Fran Xin estudia en el CEIP San Pedro de Visma de A Coruña con otros cuatro alumnos sordos. El centro arrancó el curso con una sola intérprete y una profesora especialista en Audición y Lenguaje formada también en lengua de signos. Tras las movilizaciones de las familias apoyadas por la asociación de madres y padres y por la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Galicia, acaba de llegar otra maestra de apoyo con la misma formación. Educación considera que así “queda garantizada al cien por cien” la atención al alumnado sordo. Los padres discrepan.
Isolina Piñeiro es madre de tres de los cinco niños sordos de la escuela. Participó en la protesta para que su hija Oihana, de 11 años, estuviese atendida todas las horas lectivas al igual que Fran Xin y ahora ve cómo la Xunta se lo concede pero restándole tiempo con los profesores de apoyo a sus otros dos críos más pequeños, de 5 y 3 años. “Aún quedan más de 20 horas sin cubrir por las maestras de apoyo o la intérprete”, asegura.
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