No faltan mujeres en la música electrónica, sobra machismo
Dice Natalia Piñuel que tiene la suerte de estar al otro lado de las estadísticas, porque desde hace seis años coordina un festival de música electrónica donde solo actúan mujeres: She Makes Noise. Es una anomalía, una maravillosa excepcionalidad en una escena en la que «la invisibilización de la mujer se hace aún más evidente ya que la electrónica va intrínsecamente unida a las máquinas y a los avances tecnológicos, campos todos ellos que han sido tradicionalmente atribuidos a los hombres», explica. «El mercado capitalista ha generado intereses y modelos específicos para los hombres donde no se nos permitía entrar».
Al trabajo continuado de esta gestora cultural se une la publicación del libro Ellas hacen ruido. Panorama internacional, publicado por Las Lindas Pobres, una historia de la música electrónica con perspectiva de género. En él se concede el protagonismo que las dj, productoras, remezcladoras y autoras en general no tienen en la opinión pública. «El problema no está en la falta de creadoras sino en la falta de difusión que han tenido sus trabajos y que conlleva una falta de referentes femeninos en la historia. Faltan mujeres en el sector cultural dirigiendo museos o centros de arte, pero también promotoras, periodistas musicales, directoras de festivales, programadoras, etc».
En los años 60, la mayoría de las mujeres que subían a los escenarios representaba unos clichés idealizados por los hombres. El pop ayudó a construir una imagen dulce de las chicas en la música, lo cual se perpetuó durante décadas. «Sin embargo, la generación centennial ha pegado un giro y un bofetón al pop», analiza Natalia Piñuel. «Los nuevos ritmos procedentes de América Latina, las músicas urbanas, la cultura del baile, han cambiado la iconografía y el panorama de la música y de la industria musical. Existe una mayor diversidad y transversalidad también en la música actual que la conecta más con la sociedad. Aún queda trabajo para acabar con la dictadura de los cuerpos pero estamos viviendo una modificación y un empoderamiento femenino y queer. La belleza está dejando de ser normativa».
En 2013, la plataforma female:pressure puso el foco sobre la nula presencia de mujeres en los carteles de los festivales de música electrónica. Estos «datos terribles» fueron los que motivaron a Piñuel a crear una web y, dos años después, un festival. «Nunca antes había existido tantas mujeres productoras, pero no estaban presentes». She Makes Noise llamó la atención a nivel internacional. Para la mayoría de las artistas que venían a tocar, era la primera vez que visitaban España. Según las estadísticas de female:pressure, ha subido la participación femenina en los catálogos de artistas de las discográficas y las agencias de contratación, «aunque todavía queda mucho por hacer», apunta Piñuel.
«En España todo cuesta más —analiza la autora— y somos un país muy machista, por lo que muy pocas logran una trayectoria con continuidad o económicamente viable». Muchas de las artistas con las que ella ha tratado le han relatado «sus problemas con equipos técnicos, cómo las subestiman en las pruebas de sonido o cómo se da por hecho que los honorarios son siempre más bajos por ser mujer». Y el caso de las dj es aún más flagrante: «Hasta mediados de los 90 no empezaron a tenerlas en cuenta en los clubes y no están reconocidas las pioneras de los 70 con el auge del disco».
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