Qué son los centros de crisis para víctimas de violencia sexual, por qué son imprescindibles y cómo funcionarán
Cuando Esther (nombre ficticio) cumplió 80 años, decidió llamar al centro de crisis de su localidad (Santa Bárbara, California), para contar lo que guardaba en secreto desde hacía muchas décadas. Explicó telefónicamente a las trabajadoras que de pequeña había sido abusada sexualmente, que nunca lo se lo había contado a nadie «y no quiero irme a la tumba con este peso«. Entonces se le asignó una consejera que fue durante varios meses a casa de la anciana, hasta que ésta quedó en paz con su historia. Así lo relatan Barbara Tardón y Tania Sordo, dos expertas en violencia de género, en el estudio encargado por el Ayuntamiento de Madrid en 2018 para conocer en profundidad cómo funcionan los centros de crisis para víctimas de violencias sexuales, con la finalidad de poner en marcha el primer centro de estas características que se inauguró en España.
Este martes, el Consejo de Ministros aprobó a propuesta del Ministerio de Igualdad, el presupuesto para la creación de otro medio centenar de estos centros, lo que garantizará que cada provincia de nuestro país cuente con uno de estos recursos, incluidas las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En total, supondrá una inversión de 66 millones de euros que saldrán del Plan de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea y que se distribuirán en dos años (casi 20 millones en 2021 para comenzar a instalar la infraestructura y otros 46 millones en 2022). Este proceso deberá concluir con los 50 centros plenamente operativos en 2023.
«Se trata de un paso importantísimo para las víctimas de violencia de sexual y lo que está haciendo España es cumplir con las obligaciones internacionales. El Consejo de Europa ya pedía en 2008 a los Estados miembro que instauraran uno de estos centros de crisis por cada 200.000 mujeres«. Esta obligación se trasladó posteriormente al Convenio de Estambul, ratificado por España en 2014», explica Tania Sordo, jurista y experta en violencia de género. «Se trata de centros muy relevantes, en los que no se le exige a la víctima que denuncie para poder tener acceso al acompañamiento y a la atención que necesita». Además, explica esta experta, no sólo tratan la violencia presente, sino que tienen acceso a ellos las mujeres que han sufrido esta violencia en el pasado y que por diversos motivos no la han podido contar o sanar. «En el curso de la investigación entendimos que el concepto de crisis no significa que la agresión acabe de ocurrir, sino que puede haberse producido en el pasado, pero que por alguna crisis presente se vuelve a revivir lo ocurrido y necesita atención».
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