“Las diferencias en cómo se sienten las niñas ante las matemáticas empiezan a los 8 años”
Por compromiso social y por sus impresiones cuando acuden a contar su experiencia a los colegios, diez profesoras de la Universidad de Zaragoza e investigadoras del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón se lanzaron a realizar un estudio sobre educación, a pesar de que sus líneas principales de trabajo son la robótica, la inteligencia artificial o la química. Natalia Ayuso (Zaragoza, 1976) explica que han demostrado que las niñas se consideran peores que los niños en matemáticas desde edades muy tempranas y que los exámenes de esta asignatura les provocan más ansiedad que a ellos.
¿Cuáles son las principales conclusiones de la encuesta que han elaborado sobre las preferencias de los alumnos de Primaria?
La principal conclusión es que, conforme los alumnos avanzan en la Educación Primaria, aparecen más diferencias entre las chicas y los chicos en lo que se llama la eficacia auto percibida respecto a las matemáticas: ellas se sienten peor que los chicos. El estudio ha cubierto desde los 6 años hasta los 12. Las diferencias empiezan a ser significativas realmente en torno a los 8 años y, además, van creciendo hasta los 12. La otra conclusión importante del estudio sería que el profesorado no es consciente de este sentimiento de las chicas. No es extraño porque incluso las propias alumnas no se habían parado a pensar en cómo se sentían ante las matemáticas antes de que les hubiéramos preguntado. Entonces, cuando al profesorado le hemos preguntado si las chicas se sienten peores que los chicos en matemáticas han considerado que no. Pero las respuestas de las chicas no dicen eso.
Claro, esa eficacia auto percibida no tiene por qué corresponderse con la realidad…
No, no. De hecho, los resultados académicos son otro de los indicativos que está ocultando la realidad al profesorado o incluso a los padres. No podrían llegar a pensar que su hija no siente que siempre se le dan bien las matemáticas porque las notas que obtiene son altas. Por ejemplo, los exámenes que ha hecho la Diputación General de Aragón o los resultados de los exámenes de PISA no muestran diferencias en cuanto al género.
Había ya otros estudios que apuntaban conclusiones similares, ¿por qué piensa que sigue ocurriendo esto?
Nosotras con este estudio hemos cubierto una franja de edad que otros estudios que hemos consultado no analizaban. Había estudios centrados en edades superiores: por ejemplo, de 12 a 15 años, en la adolescencia. Otros se enfocaban hacia un determinado nivel sociocultural. Lo interesante de este estudio es que ha cubierto un abanico muy amplio de la sociedad aragonesa: se han repartido encuestas en colegios de entornos rurales y urbanos, en proporción a la población total. Y hemos visto por primera vez que estas diferencias aparecen ya en edades muy tempranas. En otras ocasiones, se veía esta realidad a posteriori, sin darnos cuenta de que es algo que se arrastraba desde antes. Nuestro primer interés fue ver qué estaba pasando, pero cuando vimos la realidad, nos pusimos a revisar qué estudios había sobre las causas. Lo cierto es que hay mucho trabajo hecho en el ámbito de la psicología. Aunque ninguna de las autoras somos psicólogas, sí podemos comentar que todos los estudios que hemos consultado apuntan a que pesa es un estereotipo que nos lleva a sentirnos de una determinada forma ante las matemáticas.
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