«Te voy a dar donde más te duele»: qué es la violencia vicaria y cómo la usan los agresores machistas para redoblar el daño
«No las vas a volver a ver». Es la advertencia que Tomás Gimeno le hizo a su exmujer el martes 27 de abril, el mismo día que desapareció en Tenerife con sus dos hijas, de uno y seis años. Debía devolvérselas a la madre esa noche, pero cumplió su amenaza y desde entonces, se busca a las niñas y su padre sin que se haya dado con su paradero. El caso ha coincidido en el tiempo con la emisión en Telecinco de la serie documental en la que Rocío Carrasco denuncia haber sufrido maltrato por parte de su exmarido, Antonio David Flores, durante más de dos décadas. Y ambos asuntos han puesto sobre la mesa un tipo de violencia machista habitualmente desconocido, pero no poco común: la violencia vicaria, la que se ejerce a través de los hijos con el objetivo de dañar hasta el extremo a la mujer.
Los agresores la utilizan de diferentes formas, explican las expertas consultadas. El abanico de acciones que la engloban es amplio e incluye manipular a los niños, vejar e insultar a la madre o a su familia delante de ellos, no cumplir con las visitas o descuidarles. «Te los voy a quitar. Voy a hacer que te odien», aseguró Carrasco que le dijo su exmarido sobre sus hijos tras el divorcio. Ejercer violencia física contra ellos o incluso asesinarles es el escalón más extremo, su expresión más brutal, como ocurrió con el caso de José Bretón, que supuso un antes y un después. También con otros 38 menores desde 2013, cuyos padres acabaron con su vida en contextos de violencia de género. Fue el caso de las hijas de Itziar Prats, asesinadas en Castellón en 2018 o la hija de Ángela González Carreño, que llevó su caso hasta la ONU y logró una condena a España por no protegerla del agresor. «Te voy a dar donde más te duele», amenazaron muchos de ellos.
Con el objetivo de visibilizar este tipo de violencia y señalar cuando la justicia «la respalda» con sus decisiones, el Consejo nacional de mujeres resilientes de la violencia de género ha convocado concentraciones este lunes en diferentes puntos de España. «Aparece fundamentalmente tras el divorcio o la denuncia, y el objetivo último es seguir maltratando a la mujer a través de quienes, una vez separada la pareja, tienen acceso, que son los hijos, y a través de los cuales saben que causarán un daño irreversible a las madres, porque toda la historia de maltrato les demostró que ella aguantaba por los niños», describe Sonia Vaccaro, psicóloga clínica que acuñó el término de violencia vicaria en 2012. En sentido estricto, vicario se asocia a personas que realizan una función en sustitución de otra: «Solo la amenaza de ‘te los quitaré’ habla de que son objetos e instrumentos para los agresores, y están dispuestos a usarlos para dañarla», agrega la experta.
«Suele darse de dos maneras: o bien usándoles de hilo conductor o ejerciéndola directamente sobre ellos con abusos o maltrato. El primer caso es más difícil de identificar, no van a venir con un moratón, pero quizá sí con un insulto hacia su madre», explica Lara Esteve, jueza especializada en violencia de género en el juzgado de instrucción nº 4 de Lliria (Valencia). Los regímenes de visitas tras la separación, que es precisamente la vía que utilizan la mayor parte de las víctimas para salir de las relaciones de maltrato, suelen ser el espacio en el que se despliega esta violencia vicaria, y eso «lleva al objetivo del control y dominación de la mujer, porque está sometida al comportamiento del agresor en el momento en que no están con él», añade la magistrada, socia de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE). Hasta entonces, ellos han podido ejercer violencia directamente contra las víctimas, pero al separarse «tiene que cambiar de dirección».
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