Las sirgueras de Bilbao, remolcadoras de barcos mal pagadas, explotadas y olvidadas
¡SIRGUERAS!. Zirgariaak.
En el muelle que conecta Olabeaga con Abandoibarra, la pequeña Maialen lee con torpeza una placa que a priori no le dice nada. A su abuela Jesusa le gustaría explicarle que el nombre de ese vial pretende hacer / hace justicia a las anónimas mujeres que casi dos siglos atrás se dejaron la piel realizando esfuerzos infrahumanos en ese mismo lugar.
«Es una niña y no lo va a entender, quizás cuando sea un poco mayor», manifiesta la anciana.
Con sentimientos encontrados de alegría y tristeza, la amona de la niña cree que aún queda mucho por recorrer en aras de la igualdad de género pero considera que, aunque llegue tarde, es justo y necesario recordar a las predecesoras.
Rescatadas del olvido
En el siglo XIX el puerto de Bilbao era punto de acceso del/al corazón de Bilbao y uno de los enclaves comerciales más importantes de todo el estado. En ocasiones, la arena se acumulaba en la entrada a la ciudad e impedía el paso a las grandes embarcaciones de la época: siempre por la orilla derecha, desde la desembocadura del Abra, pasando por el malecón de La Mojijonera y las Arenas (Getxo) hasta llegar al Casco Viejo de Bilbao, unas mujeres arrastraban y transportaban mercancías y minerales en gabarras.
Además de en Bilbao, el trabajo de la sirga también se practicaba en otros puntos de Euskadi, donde las sirgueras fueron un colectivo profesionalizado: en los ríos Deba y Altzola, en Gipuzkoa, y en Saint-Jean-de-Luz y en Adour, en la parte francesa.
Despectivamente, las conocían con el sobrenombre de «Ganapanes» o las «mozas del cordel» por sus pésimas condiciones laborales. Imanol Barberia recupera su historia en el libro Las Sirgueras de la ría de Bilbao, pero salvo esta laboriosa investigación apenas quedan imágenes o testimonios al respecto. «Parece como si las hubiesen enterrado en la memoria, como si hubiesen querido suprimir su recuerdo», opina Imanol Núñez, librero de una tienda bilbaína especializada en coleccionismo de libros antiguos y raros.
Según la tradición oral, la suya era una raza de mujeres trabajadoras, duras y animosas que se vieron obligadas a aceptar ese trabajo porque sus maridos combatían como soldados en las guerras carlistas y los hombres escaseaban en Bilbao. No encontraron otra alternativa para sacar adelante a sus familias. Pertenecían a las clases más bajas de la sociedad, no tenían otra opción. En vez de ser respetadas por su labor, además de explotadas, pasaron a ser vilipendiadas y estigmatizadas.
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