China presiona a las mujeres musulmanas para reducir los nacimientos en Sinkiang
Cuando el gobierno de China ordenó que les colocaran dispositivos anticonceptivos a las mujeres de la comunidad musulmana de la región de Sinkiang, Qelbinur Sedik les suplicó que la dispensaran. Ya casi tenía 50 años, les dijo a los funcionarios. Había respetado el límite de hijos impuesto por el gobierno y solo tenía una hija.
Fue inútil. Los trabajadores amenazaron con llevarla a la policía si seguía resistiéndose, comentó. Entonces aceptó ir a una clínica del gobierno donde con un fórceps de metal un médico le colocó un dispositivo intrauterino (DIU) para evitar que se embarazara. No dejó de llorar durante todo el proceso.
“Me sentía como si ya no fuera una mujer normal”, comentó Sedik con un nudo en la garganta mientras narraba la terrible experiencia de 2017. “Como si me estuvieran quitando algo”.
En una gran parte de China, las autoridades están alentando a las mujeres a tener más hijos para tratar de evitar una crisis demográfica como resultado de una tasa de natalidad que va en decremento. Pero en la región de Sinkiang, China está obligándolas a tener menos hijos, con lo cual refuerza su control sobre las minorías étnicas musulmanas e intenta emprender una transformación demográfica que disminuya su población con el paso de las generaciones.
Según los informes de un renombrado investigador, Adrian Zenz, junto con los de The Associated Press, a medida que ha aumentado el uso de procedimientos invasivos para el control de la natalidad, en los últimos años han caído las tasas de natalidad en esa región.
Eso forma parte de una vasta y represiva campaña del Partido Comunista para el rediseño social empeñada en eliminar cualquier supuesto obstáculo para su gobierno; en este caso, el separatismo étnico. A lo largo de los últimos años, el partido, encabezado por su dirigente, Xi Jinping, se ha dado a la tarea de someter con mucha fuerza en Sinkiang a los uigures y a otras minorías de Asia Central al internar a cientos de miles de ellos en campos de reclusión y prisiones. Las autoridades han puesto a esta región bajo estricta vigilancia, han enviado a sus residentes a trabajar en fábricas y han trasladado a los niños a internados.
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