El difícil primer paso adelante en la carrera profesional
Los jóvenes preuniversitarios se enfrentan estos días a una de las decisiones más importantes de sus vidas. Elegir la carrera implica tener en cuenta muchos factores además de contar con la nota que se exija para realizar los estudios. Son días de nervios, dudas, sentimientos encontrados y mucha incertidumbre cuando no se tiene claro qué rumbo tomar o si no se ha logrado entrar en los estudios deseados. «Cuando un joven se plantea qué carrera elegir muchas veces se aconseja que estudie lo que más le guste. Yo recomiendo que su elección se base en tres pilares: lo que más te gusta, para qué eres bueno y la empleabilidad. Una buena elección es la que tiene equilibrio en los tres pilares», afirma Valentín Bote, director de Randstad Research.
Es evidente que a los jóvenes les preocupa más que nunca su futuro laboral. Con unas tasas de paro juvenil muy elevadas (un 38%, según los últimos datos de Eurostat, la mayor de Europa), la empleabilidad de las carreras se tiene muy en cuenta en la elección. Casi todos los estudios ofrecen empleabilidad aunque no siempre permiten acceder al mercado laboral de la forma desesada. Además, «no hay una relación directa entre nota alta de corte y alta empleabilidad, a veces no está relacionado», indica Bote. Señala igualmente los problemas que existen en el mercado de trabajo español por la falta de perfiles STEM. «En estos estudios se produce una paradoja. Se sabe que cuentan con altísima demanda, pero en la última década se ha reducido el número estudiantes». Según los datos del Ministerio de Universidades sobre alumnos que han terminado el grado, en el curso 2013/2014 hubo 6.900 estudiantes que acabaron estudios relacionados con la informática, y en 2019/2020 ese número había bajado a 5.300. En el caso del bloque de ingenierías, se pasó de 39.000 estudiantes licenciados en 2013/2014 a 24.000 en 2019/2020, un descenso del 38%. «Puede que la gran diversidad de grados que existe ahora explique en parte que no se elijan estos estudios», apunta el director de Randstad Research.
Orientación
En algunos casos, incluso desde muy pequeños, la vocación es algo muy evidente, pero no es lo más habitual. Los expertos en educación recuerdan que la vocación nace de las experiencias que tengan los niños y jóvenes, y de ahí la importancia de ayudarles a encontrarla. Los años de Secundaria son decisivos y es donde «debe aumentar el mundo de oportunidades de aprendizaje, fuera del currículo académico, que tengan distintas experiencias», indica Carmen Pellicer, pedagoga y presidenta de la Fundación Trilema. Cree igualmente muy necesario que estos jóvenes «disfruten de lo que aprenden. La vocación nace cuando se hacen las cosas bien, cuando afrontan desafíos». Y a la vez, debe existir «profundidad en el conocimiento porque se pasa de puntillas por muchas cosas». La también escritora cree que las charlas de los orientadores si bien necesarias, no son suficientes. «Necesitan encuentros reposados con personas referentes de distintas áreas», afirma. Y si bien hablamos mucho de la figura del orientador en los años previos a la universidad, «la figura del tutor es muy importante porque le acompaña a lo largo del curso».
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