Los museos también son para niños: ¿cómo acercamos el arte al público infantil?
El arte ha vivido tradicionalmente de espaldas al público infantil. En concreto los museos y salas de exposiciones han sido siempre, salvo contadas excepciones, lugares hostiles para niños y niñas. Sitios en los que no pueden moverse, tocar o elevar la voz, por ejemplo, o donde las obras de arte están colocadas a una altura inabarcable para sus pequeños cuerpos.
Muchos espacios se limitan a organizar las tradicionales visitas escolares o actividades infantiles, como talleres de manualidades o visitas teatralizadas, que suelen estar programadas además de una manera estrictamente estructurada que puede no adaptarse a las necesidades del público infantil. Porque los niños y niñas se mueven, hablan alto, tocan, se enfadan o se ríen a carcajadas, tienen rabietas. Tienen conductas normales de su edad que pueden ser molestas para el personal o el resto de público de los museos.
La comisaria y gestora cultural Semíramis González lo tiene claro: «El arte no está pensado para los niños y niñas, eso es así. Nos estamos olvidando de una parte de la población importantísima. Las exposiciones tienen que ser inclusivas, y esto abarca por supuesto el público infantil. Un ejemplo simple: cuando los niños van a los museos no ven las obras, no les llegan. Tenemos que cambiar la perspectiva: gestos tan simples como colocar los cuadros a su altura, por ejemplo, les acercarán a ellos y harían las exposiciones más inclusivas, pero no solo para niños y niñas, sino por ejemplo para una persona que va en silla de ruedas», explica.
Semíramis comisaría ahora mismo la exposición «Spray Cocktail Party«, una selección de cuadros de la ilustradora infantil Olga de Dios, autora de los populares cuentos infantiles El monstruo rosa, La rana de tres ojos o Leotolda. La muestra es un ejemplo de cómo abordar una propuesta teniendo en cuenta a niños y niñas: los cuadros están colocados a su altura, son vistosos y coloridos y además la visita incluye una visualización a oscuras, con linternas que hacen brillar los colores fluorescentes. Para Olga, la clave está en ofrecer a los niños contenidos de calidad, pero que sean atractivos también para el público adulto. «A mí me gusta mucho que los niños se sientan bienvenidos y que disfruten la experiencia, pero que esto sea así también para los adultos. Si a una mamá o a un papá le gusta algo, es más probable que eso se traslade también al niño». Aunque comisaria y artista tienen claro este enfoque niñofriendly, no parece ser así para el personal de la galería, con varias malas experiencias de familias que han ido a visitarles y han salido descontentas por el trato recibido.
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