Por qué Afganistán se convierte en una prisión para las mujeres
Imaginad que alguien llegara a España en la década de 1950 desde otro país mucho más poderoso. Que estas personas decidieran que para que el imperio del sur no invada al imperio del norte, tiene que haber un territorio neutral. Que ese territorio, pongamos la Península Ibérica, debe permanecer paralizado en el tiempo. Imaginad que, para garantizar sus intereses, coloquen a alguien leal en el gobierno y que se paguen a los líderes aquí y allá para que controlen sus provincias.
Con los imperios, llegan unos señores que empiezan a estudiar nuestra sociedad y, a través de su interpretación, deciden que lo “normal” es que las mujeres sean acosadas por la calle, que se queden en casa cuidando del marido y los hijos (recordad, estamos en la década de 1950 en España), que les paguen menos en sus trabajos y que estos sean solo “adecuados” para ellas.
Estos señores escriben libros en los que teorizan que el machismo de nuestra sociedad es una tradición ancestral que pasa de generación en generación, como si el tiempo se hubiera parado para nosotros, como si no fuéramos capaces de mejorar ni de cambiar. ¿Os parece riguroso? Pues bien, esto es lo que se lleva décadas diciendo sobre Afganistán.
Podríamos decir que hay una base acertada. Es cierto que las mujeres no tenemos asegurados todos los derechos. Si preguntáis a vuestras bisabuelas, os dirán que necesitaban la firma del marido para acceder al dinero en el banco o sacarse un pasaporte. No hace tanto, España era así. Pero nosotros hemos tenido suerte. Nos hemos beneficiado de los cambios y de la geografía que nos ha tocado. Las afganas no han tenido esa suerte. Hagamos un esfuerzo por repasar la historia reciente de este país.
El peso de la historia
Afganistán está en una región de paso de imperios, de conquistadores, de pugnas por territorios, por el poder. En el siglo XIX, los imperios británico y ruso decidieron crear un estado “colchón” para no entrar en pugna directa y proteger así sus intereses. Era la época del colonialismo. Lo normal era que, quien podía, conquistara países y los explotara según sus intereses.
Un británico llamado Mortimer Durand dibujó, en 1893, la frontera que separa hoy día Afganistán y Pakistán. En 1919, los británicos concedieron a Afganistán la independencia tras tres guerras. ¿Imagináis que llegue alguien y dibuje una línea que separe Girona, Lleida, Huesca y Navarra y los una a Francia? Pues algo así se hizo en buena parte de los territorios colonizados. Con un mapa y un lápiz, así de fácil.
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