Todo lo que decimos cuando decimos Ni Una Menos
Ni Una Menos es un movimiento que nació el año pasado contra la violencia machista. Y su aparición no fue magia. Fue una marcha que brotó al calor de una década que se caracterizó, entre otras cosas, por la visibilización y conquista de muchos derechos en cuestiones de género. La Ley de Identidad de Género y la de Matrimonio Igualitario son los dos grandes derechos ganados al patriarcado en los últimos años a través de la larga lucha que llevan adelante las organizaciones y movimientos que militan por la igualdad de género. Pero también lo son el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable; la inclusión previsional, que tiene un 75% de mujeres titulares de este derecho y permitió a muchas sin aportes recibir una jubilación; la Ley de Educación Sexual Integral y la Asignación Universal por Hijo, extendida a las mujeres embarazadas a partir del tercer mes de gestación. También lo fue en 2012 la inclusión en el Código Penal de la figura de femicidio, que hoy nos permite acceder a información con la que antes no contábamos y visibilizar de otro modo cada vez que una mujer muere a manos de la violencia machista.
¿Qué dijimos entonces este año cuando gritamos «Ni Una Menos»?
Dijimos basta de femicidios. El femicidio es la expresión más extrema de una serie mucho más larga y muchas veces invisible de violencia hacia la mujer. Hoy podemos tener estadísticas de estas muertes a través del Registro Nacional de Femicidios, pero no alcanza. El año pasado se contabilizaron 275 femicidios pero sabemos que muchas causas todavía no se caratulan como tales a pesar de serlo y que del año pasado a éste el número de este tipo de crímenes no ha disminuido. Por eso también gritamos basta de complicidad del Poder Judicial con violentos y abusadores. Es responsabilidad de la Justicia garantizarnos una vida libre de violencia.
También dijimos basta de perseguir a las mujeres que acceden al poder. La feroz campaña mediática contra Cristina durante sus mandatos y la brutal campaña mediática contra Dilma Rousseff en Brasil también son violencia de género. Dilma es la primera mujer en llegar a la presidencia de su país. Y también es la primera en intentar ser destituida a través de un juicio político sin fundamentos. Y si de mujeres públicas hablamos, no podemos olvidar a Milagro. Este año, la marcha del Ni Una Menos nos encuentra en Argentina con la primera presa política en más de 30 años de democracia y es una mujer. Una mujer originaria y de clase trabajadora. La persecución a todas ellas representa una afrenta contra todas las mujeres. Por eso este año decir Ni Una Menos fue también decir Libertad a Milagro.
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