El techo de cristal de las mujeres en los museos españoles
Hace varias semanas, la Tate Modern anunciaba a bombo y platillo que, por primera vez, una mujer, Frances Morris, tomaba las riendas del museo de arte contemporáneo más visitado del mundo, que hoy presenta su nueva ampliación. Meses antes, una alerta de The New York Times avisaba de que el Brooklyn Museum elegía a otra mujer, Anne Pasternak, al frente de la institución.
En España, poco a poco, las mujeres van ocupando cargos de dirección museísticos, pero de centros medianos —Nekane Aramburu en Es Baluard; Yolanda Romero en Banco de España; Cristina Fontaneda en Patio Herreriano—. Los grandes —el Prado, el Thyssen…— parecen seguir reservados para hombres, si bien el Reina Sofía estuvo dirigido en su momento por María de Corral y Ana Martínez de Aguilar.
No obstante, el segundo nivel de gestión (conservación, restauración, comisariados) está copado por especialistas femeninas. ¿Qué falta para que en pleno siglo XXI deje de ser noticia que una mujer dirija un museo en España? La opinión más generalizada entre las expertas es que la igualdad se conseguirá con la aplicación sistemática del código de buenas prácticas en todos los museos, con jurados en los que haya una holgada representación femenina.
Yolanda Romero (Granada 1962), responsable del Centro José Guerrero durante 15 años y actual conservadora jefa de la colección del Banco de España, recalca que, a nivel internacional, tampoco las mujeres han conseguido tener relevancia: “En EE UU, donde los museos están muy asimilados al mundo empresarial, los directores siguen siendo hombres. Solo hay que ver la lista: el Metropolitan, el Guggenheim, el MoMA, el Whitney están dirigidos por hombres. De hecho, el director de la Tate sigue siendo un hombre: Nick Serota. Frances Morris sigue teniendo un jefe”.
La realidad es que, salvo excepciones, son pocos los casos en toda Europa donde una mujer se haya hecho cargo de un museo importante. En España, María de Corral (Madrid, 1940), directora del Reina Sofía entre 1991 y 1994 lo es, junto a su hija Lorena Martínez, asesora y comisaría independiente con una presencia constante en citas nacionales e internacionales. Ambas creen que la ausencia de mujeres se debe a que son pocas las que se han presentado a los concursos de buenas prácticas de los museos: “Quizás, porque compaginar aún carrera y familia sigue siendo complicado y en las estructuras de los museos no hay suficientes expertos que puedan optar a la dirección ante una gran falta de puestos y de personal en las estructuras de estos espacios”. Para ellas, resulta esencial que se refuercen los niveles de conservadores, para poder luego acceder al primer nivel y dirigirlos.
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