Marta Gómez: «A las mujeres se nos ha castigado siempre por el sexo y con el sexo»
La periodista Marta Gómez ha firmado en la Feria del Libro de Madrid Eva Encadenada (Ed. San Pablo), un ensayo sobre la violencia sexual contra las mujeres en el mundo que es una «recopilación de las atrocidades» a las que la mitad de la humanidad está expuesta sólo por haber nacido con género femenino. «A las mujeres se nos ha castigado siempre por el sexo y con el sexo», afirma.
El trabajo, que ella define como «una tristísima recopilación de todo el catálogo de horrores, abusos y violencias, grandes y pequeñas, manifiestas y clandestinas que se producen contra mujeres y niñas en todo el mundo», aborda realidades tan distantes como una comunidad hindú, una comisaria mejicana, un invernadero de Almería o un campo de refugiados africano con el denominador común de la desigualdad, caldo de cultivo de la violencia sexual.
«Está claro que sigue siendo un tabú. El sexo es tabú. A las mujeres se nos ha castigado a lo largo de la historia con el sexo y por el sexo. No es casualidad y por eso el libro se llama así, Eva Encadenada, porque es algo que viene de antiguo, no es casualidad que la creasen de la costilla de Adán. Es terrible», explica.
En una entrevista con Europa Press repasa algunos de los capítulos de este libro que se ha nutrido en parte con su experiencia al frente de Tolerancia Cero, espacio de RNE sobre violencia contra la mujer que dirige desde hace doce años. Rescata entrevistas como la de Estefanía, sometida a los jornaleros como prostituta al acabar la faena en Almería o la de Minerva, que eximió a su marido maltratador de 20 años de cárcel retirando los cargos por violación en el último momento.
De las violencias más allá de los límites de Occidente, Gómez destaca dos casos que siguen vigentes a día de hoy. Uno, en Camerún, donde «las madres planchan el pecho a sus hijas con piedras y hierros calienten para evitar que les crezcan y sean violadas de mayores».
Otro, en la India de las ‘devadasi’, niñas vendidas por sus familias al templo de la diosa Yallamma, donde se convierten en esclavas y pasan a ser propiedad pública, es decir, «todos los hombres de la comunidad tienen derecho a utilizar a esas niñas» hasta que «acaban prostituidas en los grandes burdeles y estigmatizadas por sus propias comunidades».
Eva encadenada aborda otros casos, como la realidad de las mujeres y las niñas en los campos de refugiados, donde «son presa fácil para todo tipo de depredadores» por la coincidencia de poca intimidad, pocas medidas de seguridad, poca iluminación y otros factores como tener que alejarse demasiado para encontrar agua potable o encontrarse solas, lo que «las convierte en pasto de las mafias». De hecho, el 85% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas.
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