«Sé que si me quedo embarazada es probable que me acaben echando»
Cuando Mónica Álvarez se quedó embarazada llevaba siete meses en su nuevo puesto de trabajo. En marzo de 2015 la contrataron como responsable de contenidos de un portal de salud y familia, una página web que hablaba, entre otras cosas, de embarazos. El suyo se complicó y tuvo que guardar reposo. «Se lo dije a mis jefes y acordamos que trabajara desde casa. No les hacía mucha gracia, éramos solo dos personas pero yo precisamente propuse eso en lugar de cogerme una baja. Hasta ese momento me habían felicitado por mi trabajo, pero cuando comuniqué el embarazo todo cambió», cuenta la propia Mónica.
A las pocas semanas, Mónica tuvo un aborto y así lo hizo saber a su empresa. «Enseguida me preguntaron muchas cosas y me presionaron para saber cuándo me iba a incorporar. Pero me tuve que dar de baja por las complicaciones, me tuvieron que hacer dos operaciones».
Después de una de las intervenciones, aún en el hospital, los mensajes a su teléfono no cesaban de llegar. «Fue todo muy duro. Durante la baja me preguntaban cuándo iba a volver. Al final pedí yo el alta cuando dejé de tener los problemas físicos más importantes. Pero cuando me incorporé ya había cambiado todo, había cambios en la organización y el equipo y no me trataban como antes. Me preguntaron si tenía intención de volver a quedarme embarazada. Yo estaba triste y eso me olía mal, pero ese es mi deseo y así se lo dije», prosigue.
Dos semanas después, la empresa le entregó a Mónica una carta en la que le comunicaba una sanción muy grave y la despidió. Su caso ha sido llevado a los tribunales por el sindicato CNT y está a la espera de juicio. Su defensa tiene pruebas que demuestran que hacía su trabajo con diligencia, que es el reproche que su empresa le hizo en aquella carta.
El caso de Mónica no es, ni mucho menos, la excepción, sino más bien la norma en un mercado laboral en el que el embarazo penaliza a las mujeres. Aunque el despido de una mujer embarazada está claramente castigado por ley, las empresas buscan, y encuentran, otros trucos. «Sigue habiendo una discriminación habitual. Casi todos los casos de despido se ganan, la legislación es clara y ha calado entre los empresarios, pero eso no evita que ocurran otras cosas. Las consultoras y asesorías buscan otras fórmulas para el despido e intentan evitar que podamos decir que se debió al embarazo», asegura la vicesecretaria general de UGT, Cristina Antoñanzas, responsable del Área de Mujer.
Antoñanzas recuerda un caso en el que un comercio sugirió a una trabajadora en estado que cogiera una excedencia porque las obras en la calle iban a perjudicar la marcha del negocio.
Pocos casos llegan a los tribunales, porque el miedo hace su papel. Sí llegó el de M., una mujer que ganó el concurso para cubrir una vacante temporal en el Instituto Nacional de Estadística. Unos días antes de la resolución, dio a luz pero comunicó al organismo su intención de incorporarse a la plaza en cuanto le fuera posible. El INE decidió contratar a la segunda persona de la lista y un juzgado de Valencia le acaba de condenar por discriminación.
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