‘Por trece razones’, la serie sobre el acoso y el suicidio que todo adolescente debería ver
Con apariencia de serie de instituto y actores poco conocidos, Por trece razones es algo más que un producto por y para adolescentes. Tiene los ingredientes del género, cierto, pero trasciende al mismo por el cuidado con el que trata temas tan delicados como el acoso escolar y el suicidio juvenil envolviéndolos en un manto de producto entretenido que engancha desde el primer minuto por su habilidad para jugar con el misterio.
Creada por Brian Yorkey basándose en la novela de Jay Asher, está disponible desde este viernes en Netflix.
La premisa de la que parte Por trece razones es el suicidio de una estudiante de secundaria, Hannah Baker (Katherine Langdord). Nada nuevo, es posible. Lo original, lo transgresor, es la forma en la que esta cuenta su historia y las razones que le llevaron a tan fatal desenlace. Lo hace una vez muerta y en formato casete.
Un día, al volver del instituto, Clay Jensen (Dylan Minnette), amigo y excompañero de trabajo de Hannah, se encuentra con un paquete con varias cintas en su interior. En ellas, como se desvela al darle al play, la propia Hannah le plantea un juego un tanto macabro: escuchar todas y cada una de las grabaciones para saber qué razones, 13 en total, le llevaron al suicidio.
Una de ellas es el propio Clay. Si ha recibido la caja es porque tuvo algo que ver en su desenlace. Así comienza Por trece razones. La serie goza de un arranque potente, prometedor y algo retorcido, todo sea dicho, que va creciendo a medida que Clay escucha las cintas, siempre audibles también para el espectador.
En los cuatro episodios a los que Netflix ha dado acceso a los medios se descubren algunas de las pistas, de los hechos, de las razones, que llevaron a Hannah a poner fin a su vida. Cada una con un nombre propio. Cada capítulo, hasta un total de 13, dedicado a una de esas razones.
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