No soy madre pero también quiero conciliar
La conciliación de la vida laboral y familiar es un tema que, a pesar de estar a la orden del día, parece no conseguir un lugar privilegiado en la agenda de los poderes públicos. Aunque a día de hoy estamos ante una mayor diversidad de modelos de familias siguen siendo las mujeres quienes más asumen el cuidado informal de los hijos y familiares dependientes. Solo en el año 2011 de las 40.330 excedencias por cuidado de hijos y familia que se pidieron en nuestro país, 36.875 fueron disfrutadas por mujeres, según datos del estudio «La conciliación de la vida laboral y familiar en España” de la ONG Save the Children.
Tal y como se indica en el estudio, “la conciliación no debería tener un enfoque dirigido en exclusiva a las mujeres ni estar vinculada a los aspectos relativos a la maternidad biológica de la mujer”. Ana Bujadlón Solana, Presidenta de la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE) nos explica que “cuando una mujer termina su jornada laboral, sigue trabajando en casa. Según los datos del INE, las mujeres ocupadas dedican 3 horas y 46 minutos diarios al hogar y la familia —4 horas y 37 minutos si tienen hijos— mientras que los hombres dedican 2 horas y 21 minutos diarios —2 horas y 34 minutos cuando tienen hijos—”. Ana Bujaldón propone favorecer la corresponsabilidad y “romper con estereotipos que reservan casi en exclusiva a la mujer el cuidado de los hijos y los mayores” y para ello es necesario cambiar “nuestra cultura del trabajo”.
Un vestigio del pensamiento mecanicista
Aunque ahora nos parezca un tema de lo más común la conciliación vida laboral-vida privada es un concepto bastante joven en la agenda social y, quizá, por ello, tan mal resuelto. Nuria Chinchilla, doctora en Dirección de Empresas y Directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School nos habla de los origines de la conciliación, “la gran agente del cambio para que las empresas sean flexibles y más humanas es la mujer madre. Ella es la que demuestra que se pueden hacer las mismas cosas sin perder tiempo por el camino.” En efecto, en el momento en que la mujer se incorporó en el mundo laboral las empresas “estaban pensadas para que los trabajadores se comportasen como máquinas”, continua Chinchilla. Con el tiempo “las empresas se fueron dando cuenta de que no estaban adaptadas a las madres y se fueron flexibilizando y mejorando los horarios, condiciones, etc…”.
Ahora, y ya aterrizados en pleno siglo XXI, el tema de la conciliación se ha expandido de sus origines y empieza a reclamarse desde todos los perfiles profesionales y realidades familiares. No obstante es un tema bastante incómodo que erróneamente podría enfrentar a los que han elegido tener hijos y a los que no. Chinchilla recuerda que la conciliación desigual “no es un tema de injusticia, sino de necesidad de los más débiles y de derecho de los niños y personas dependientes”, aunque ello no quiera decir que debamos perjudicar a las personas sin hijos.
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