“La violencia sexual es política porque en su núcleo está la impunidad”
Se define en su Twitter como feminista, psicoterapeuta y formadora especialista en violencias sexuales. Sonia Cruz pertenece a la Fundación Aspacia, que ayuda a eliminar la violencia en todas sus expresiones, proteger a las víctimas y promover la igualdad. Habla con calma pero rotunda, usa el feminismo para que las mujeres víctimas de violencia sexual recuperen su poder, y denuncia la falta de investigaciones que pongan cifras a estos delitos, porque muchos quedan sin denunciar. Surge en la conversación el caso Weinstein. Conoce de sobra lo que rodea a estos abusos. Desglosa los mandatos de género que nos cargan de culpa a las mujeres pero, después de una hora con ella, ese peso desaparece. Su empeño reside en que comprendamos a la superviviente, su silencio y los mitos que sustentan esta violencia en una sociedad patriarcal. Y quiere dejar un mensaje muy claro: #SoloSíesSí.
¿Cómo identificamos a la violencia sexual?
La OMS dice que es todo acto sexual o tentativa que atente contra la libertad sexual. Ahí entran comentarios sexuales no deseados, insinuaciones, los intentos de comercializar la sexualidad de una persona a cambio de algo, mediante coacción física o psicológica, y en cualquier ámbito en relación con la víctima. Es decir, no sólo la cometen los desconocidos. Vivimos en una sociedad que tiene un modelo sexual muy concreto: heteropatriarcal y dominante. Se decide u opina sobre las relaciones sexuales con una mirada masculina. La sexualidad gira en torno al deseo sexual masculino y a su satisfacción. El deseo femenino queda en un segundo plano y se pone al servicio de lo que los hombres esperan de ellas.
Partiendo de esta base desigual y masculina, machista y misógina, tenemos una probabilidad muy alta de que muchas violencias sexuales, que son igualmente graves, no se entiendan como tal. Se minimizan, se les resta importancia o se niegan. Recibimos el mensaje de que somos unas exageradas, que vemos violencia donde no la hay, que mentimos porque nos hemos arrepentido… y para que nuestro honor quede preservado, te hacen dudar. Las estrategias de coacción psicológica de este tipo de maltrato refuerzan la culpa que ya tenemos incorporada. Desde que nacemos vivimos en un sistema que nos cosifica, que nos hace sentir como objetos y nos desacredita.
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