Emma Goldman, una de las «mujeres más peligrosas» para EEUU y la URSS
La nueva edición de Mi desilusión en Rusia es una buena oportunidad para recordar a la lituana Emma Goldman, una de las grandes rebeldes del siglo pasado. Considerada una de las personas más peligrosas en EE UU, pero también para los líderes de la Revolución soviética. Una referencia incuestionable e insobornable de la lucha del movimiento obrero, del feminismo y del pensamiento libertario.
Siempre fiel a sus principios, combatió sin descanso injusticias y discriminaciones. Los pensamientos de la autora de la frase “Si no puedo bailar, no quiero estar en su revolución”, la misma que reconoció que su mejor escuela fue la cárcel, la que solo un derrame cerebral acalló, siguen estando vigente. Sus escritos son un buen antídoto ante realidades que parece inevitables.
Emma Goldman es una referencia incuestionable de la lucha del movimiento obrero, del feminismo y del pensamiento libertario. El 21 de diciembre de 1919, junto con otros 248 presos políticos, fue expulsada de Estados Unidos, país al que había llegado con apenas 16 años, huyendo de su Lituania natal y de la pretensión de su padre de casarla a tan joven edad.
Pocos años después, un acontecimiento marcará toda su vida.
El sábado 1 de mayo de 1886 el sindicato American Federation of Labor (AIL) convocó una huelga general con el objetivo de conseguir la jornada laboral de 8 horas. El manifiesto de la convocatoria decía así:
“¡Un día de rebelión, no de descanso! Un día no ordenado por los voceros jactanciosos de las instituciones que tienen encadenado al mundo del trabajador ¡Un día en que el trabajador hace sus propias leyes y tiene el poder de ejecutarlas! Todo sin el consentimiento ni aprobación de los que oprimen y gobiernan. Un día en que con tremenda fuerza la unidad del ejército de los trabajadores se moviliza contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de toda nación. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo. Un día en que comenzar a disfrutar ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana”.
Las movilizaciones continúan al día siguiente, reprimidas, con un balance trágico de varios asesinados por armas de policía. Los trabajadores, encabezados por Adolf Fischer, redactan, imprimen y distribuyen un manifiesto llamando a la movilización para el martes siguiente, 4 de mayo. En una de las concentraciones, que se producen a lo largo del día, una persona anónima aloja una bomba, con el resultado de varios obreros y siete policías muertos.
Las autoridades responsabilizan de aquel acto a los convocantes de las movilizaciones. Cinco de ellos son condenados a muerte, otro se suicidó, el resto fueron condenados a cadena perpetua. A todos ellos se les conoce como Los Mártires de Chicago. En su recuerdo se celebra cada 1 de Mayo el Día Internacional de los Trabajadores.
Aquellos acontecimientos hicieron mella en la joven Emma convirtiéndose, con apenas 20 años, en una militante anarquista hasta el final de sus días. Años de lucha, encarcelamiento y represión como consecuencia de un activismo político, feminista, pacifista y antimilitarista siempre activo, sin claudicar ante ningún poder o situación que considerara injusta. J. Edgar Hoover, primer director de la Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos, más conocida como FBI, la calificó como “una de las mujeres más peligrosas de América”.
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