La globalización necesaria de #MeToo
Era una niña de 8 años que tenía unos enormes ojos color café, abundante cabello castaño, que vestía un vestido púrpura y tenía una fascinación por correr en los campos del norte de India, donde se ocupaba de los caballos.
Ahí, un hombre la llamó desde un bosque cercano, donde la tomó por el cuello y la obligó a tomar pastillas para dormir, según el relato de la policía. El hombre arrastró a la niña, Asifa Bano, a un templo hindú, donde él y otros hombres la violaron de manera tumultuaria durante tres días antes de quitarle la vida, lo que hicieron después de que un hombre insistió en violarla una última vez. Luego abandonaron el cuerpo de Asifa en el bosque.
El asesinato y la violación suceden en todas las sociedades, pero el cuerpo de esta niña fue un campo de batalla: los extremistas hindúes estaban tratando de aterrorizar y expulsar a la comunidad musulmana a la que Asifa pertenecía. El asesinato desató una enorme controversia en India, ya que algunos abogados hindúes y amas de casa protestaron en contra de la persecución de los sospechosos del asesinato y el primer ministro, Narendra Modi, vergonzosamente guardó silencio durante demasiado tiempo. Hay que reconocer que muchos indios de clase media, incluidos hindúes, sí se movilizaron para exigir justicia para Asifa.
Esta historia terrorífica y millones de otras similares nos dan una lección. El movimiento #MeToo, o #YoTambién, ya ha tenido un impacto impresionante en Estados Unidos al degradar la impunidad que permitió a hombres poderosos cometer agresiones sexuales y acoso sin asumir responsabilidad alguna. Sin embargo, ahora necesitamos un esfuerzo mundial, en las naciones ricas y pobres por igual, para hacer que los principios del movimiento #MeToo sean verdaderamente universales.
Veamos algunos ejemplos de la escala de la violencia sexual como uno de los principales retos en materia de derechos humanos de nuestra era:
- Un estudio de las Naciones Unidas en el que se encuestó a 10.000 hombres en seis países en Asia y el Pacífico descubrió que casi una cuarta parte de ellos reconoció haber cometido violencia sexual o física contra una mujer, incluyendo un 62 por ciento de los hombres en Papúa Nueva Guinea. Otro estudio de 2011 descubrió que un 37 por ciento de los hombres en una parte de Sudáfrica dijo haber violado a una mujer.
- Más de 125 millones de mujeres y niñas en África y Asia han sido víctimas de mutilación genital femenina. En Somalia y en algunos otros países, se corta prácticamente toda la piel de la vagina y la apertura vaginal se cose con espinas entre el hilo, para que se mantenga casi sellada hasta que la niña sea casada.
- Cada tres segundos en alguna parte del mundo, una niña menor de 18 años contrae matrimonio, según datos de Plan International y de Unicef (miles de niñas menores de edad se casan cada año incluso en Estados Unidos; algunas de ellas apenas tienen 12, 13 o 14 años). Ya sea en Bangladés o en Texas, en estos matrimonios con niñas, que suelen llevarse a cabo bajo coerción, ellas son especialmente vulnerables a la violación y al maltrato.
Así que hagamos del #MeToo un movimiento mundial por los derechos humanos.
Leer el resto del artículo en The New York Times.