Las mujeres musulmanas buscan su sitio en el feminismo
Maysoun Douas dirige Excellenting –una compañía innovadora que fundó con su marido– y es musulmana. Ha estado involucrada en proyectos de formación de mujeres, en la lectura del Corán para traerlo al contexto occidental. Arranca la conversación advirtiendo de la pluralidad existente en el seno de la comunidad musulmana: “Cuando habla una mujer musulmana se considera que lo hace en calidad de representante de su grupo, lo que impide ver que hay otras musulmanas que tienen otras formas de vivir y puede provocar que se cuestione a las que no responden a un determinado patrón”. Algo que reafirman todas las expertas que participan en este reportaje. Ello implica que sus valoraciones del auge actual del feminismo son muy plurales.
Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica española, afirma: “Hay personas muy conservadoras, mujeres que se pueden ver reflejadas en posiciones que refuerzan su visión tradicional del mundo, y también hay musulmanas muy progresistas, sobre todo entre la gente más joven que ha nacido en España o tiene un elevado nivel cultural”.
Douas contextualiza: “Los musulmanes que llegaron a España en los setenta y ochenta eran inmigrantes económicos que pensaban pasar un periodo corto de tiempo aquí. Su aspiración era la compra de una casa en su país de origen con los ahorros que consiguieran acumular aquí. No perseguían construir un futuro en España para su descendencia. Pero cuando volvían de vacaciones a Marruecos o a Argelia se percataban de que sus hijos ni encajaban ni querían quedarse allí. Eso provocó que los padres empezaran a plantearse qué podrían hacer sus hijos en España”. Según Douas, ello se materializó antes en las mujeres que en los hombres o, al menos, lo hizo de manera diferente. Las mujeres, al estar más protegidas y más recluidas en el hogar, optaron en mayor proporción por proseguir sus estudios y canalizaron sus ambiciones hacia la formación. Mientras, sus iguales masculinos se miraron más en el espejo de sus padres, ocupados en la construcción y en la industria. Así, las musulmanas menores de treinta años o tienen un grado o han cursado un ciclo formativo, algo que no ocurre tan frecuentemente entre los chicos: “Por cada diez mujeres formadas hay sólo un hombre en las mismas condiciones”, explica esa empresaria.
Feminismo e islam
Para ella, “el feminismo entre las musulmanas se ha materializado: están mejor cualificadas que los hombres y muchas son emprendedoras en potencia. Entre las musulmanas también existe el deseo de independizarse, de formar un familia, tienen sueños y quieren convertirse en dueñas de su futuro y hablar cada una por sí misma”. Pero introduce un resquemor: “La sociedad no nos lo pone fácil. Tenemos que demostrar que somos mujeres, que estamos integradas y capacitadas y que estamos construyendo sociedad con los demás”.
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