Son niñas, no madres
“Yo nunca me imaginé que mi papá iba a abusar de mí (…) Me dijo que si no me dejaba le iba a hacer daño a mi hermano, yo tenía miedo que le haga algo a mi hermano (…) Él seguía, yo no quería y él lo hacía a la fuerza. Pasó un tiempo, yo ya tenía unos doce años, a los trece me quedé embarazada y a los catorce di a luz«.
Estas son las palabras de Norma, una niña ecuatoriana a quien el Estado, lejos de proteger, obligó a continuar un embarazo resultado del abuso reiterado de su padre.
Cada día nos enfrentamos a historias de niñas sobrevivientes de violencia sexual que reflejan las mismas injusticias y los mismos abusos que ha vivido Norma, a través de nuestro trabajo con Planned Parenthood y de la mano de organizaciones de la sociedad civil a lo largo de América Latina.
Como psicóloga clínica y como abogada especializada en la defensa de los derechos reproductivos, respectivamente, sabemos que las niñas que han experimentado la traumática experiencia de la violación y de un embarazo forzado deben ser protegidas, no violentadas nuevamente, y menos ser criminalizadas.
América Latina es, por detrás de África, la región con la segunda tasa más alta de embarazos en adolescentes y la única región del mundo en la cual aumentan los embarazos de niñas como resultado del abuso sexual. Más de un millón de niñas y adolescentes en la región enfrentan violencia sexual.
Las estadísticas son alarmantes:
- En Ecuador: Cada día 7 niñas menores de 14 años resultan embarazadas a causa de violencia sexual.
- En México: En el 60 % de los casos los agresores resultan ser familiares o personas conocidas.
- En Nicaragua: 8 de cada 10 víctimas de violencia sexual son niñas menores de 13 años.
- En Argentina: Cada 3 horas una niña de entre 10 y 14 años se convierte en madre.
- En Perú: Cada día 4 niñas menores de 15 años dan a luz.
- En Guatemala: el embarazo es la primera causa de deserción escolar de las niñas y adolescentes.
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